lunes, 4 de diciembre de 2006

¡A bastonazos!

Uno de los principios de la propuesta fundacional de Ciutadans es la defensa de la libertad lingüística: cada persona tiene derecho a la utilización del idioma de la manera que le plazca. Este principio lo proyecta nuestra formación a la acción política, de manera que corresponde a cada representante elegir la lengua de intercomunicación con sus representados.

En mi caso, emplearé el castellano en mis intervenciones públicas por ser la lengua en la que soy más competente, es mi lengua materna y en ella desarrollo la mayor parte de mis actividades. Ello no es óbice para que en uso de la libertad individual por la que abogo, en función del contexto o por mero deseo, utilice el catalán. Al hilo de algunos errores gramaticales y de vocabulario que se deslizaron en mi último artículo publicado en e-notícies , "Autonomia i dependència", se han dirigido ciertos comentarios entendiendo que estos errores demostraban el desprecio de Ciutadans hacia el catalán. Nada más lejos de la realidad, en mi casa está presente la lengua catalana -mi esposa es de lengua materna catalana- y hace muchos años que soy un catalán normalizado porque tengo el nivel C extendido por la Junta Permanente. El Partido de la Ciudadanía es bilingüe.

Es contradictorio que las personas que hacen mayores proclamas a favor de una Cataluña independiente o nacionalista en la que se reconozca el derecho a vivir plenamente en catalán censuren a los que no tienen este idioma como primera lengua y lo utilizan deficientemente.

Creo que, a muchos de estos inquisidores, lo que les mueve no es tanto la defensa de la lengua catalana como un equivocado patrón al que pretenden someter a todo el mundo. Eso justifica la ridiculización del presidente Montilla por su deficiente pronunciación de las s sonoras o de otros parlamentarios que incurren en errores de trascripción en sus artículos. En cambio, no miden con igual severidad a otros políticos que, también con importantes déficits de pronunciación y escritura, están amoldados al marco patriótico previamente establecido por ellos.

Estas personas llevan muchos años expidiendo carnés de catalanidad, algunos de ellos lo pretenden ahora por el sistema de puntos, y con su cerrazón e intolerancia consiguen el objetivo contrario que desean: convierten al catalán -el nervio de Cataluña para ellos- en un referente incómodo. Algunos de los lectores conocerán la historia de Federico de Prusia, el emperador que obligaba a su pueblo a quererlo; si en sus paseos encontraba a alguien que no daba muestras de aprecio, se acercaba al susodicho y a bastonazos le reclamaba adhesión y amor inquebrantable. La técnica de los bastonazos en materia lingüística no vale, consigue el efecto contrario al perseguido; sin duda, se gana mucho más con la seducción.

José Domingo Diputado Ciudadanos Parlamento Catalán (e-noticies)(04/XII/06)

2 comentarios:

soypacense dijo...

Animo Domingo. Hay que dar donde les duele.

Anónimo dijo...

De acuerdo