domingo, 17 de julio de 2011

Italia, mi ventura. Por José María Carrascal

Italia saldrá de esta crisis, como ha salido de tantas otras anteriores. De lo que no estoy tan seguro es de que salgamos nosotros.

«ESPAÑA, mi cuna; Italia, mi ventura; Flandes, mi sepultura», cantaban los soldados de los Tercios. No sólo de España, sino de Europa, Italia ha venido siendo su ventura. Codiciada por los bárbaros, amada por los poetas, admirada por los pintores, disputada por los reyes, Italia ha sido un derroche de cultura, ciencia, política, arte, amor y aventura. Zapatero dijo hace poco que la habíamos sobrepasado. Eso sólo demuestra su universal ignorancia. A caballo de una cordillera, Italia ha sabido sacar provecho incluso de las piedras, al tiempo que nos regalaba artistas, científicos, exploradores, diplomáticos todos ellos universales, y si no ha tenido más protagonismo después de aquel formidable despliegue que fue el Imperio Romano, puede deberse a que en tan pequeño espacio tantas inteligencias se anulan entre sí.

Se preguntará el lector a qué viene este lauro mío a Italia. Es muy sencillo: porque estoy seguro de que saldrá de la difícil situación en que se encuentra, como ha salido de otras más difíciles a lo largo de los siglos. Italia tiene una capacidad casi sobrehumana de sobrevivir, al ser capaz de adaptarse a las circunstancias. Piensen que estuvo la mayor parte de su historia ocupada por franceses, austriacos, españoles, y si no por más, fue porque éstos se lo impidieron. Pero Italia sobrevivió a todos. Su capacidad de supervivencia es tal que puede mantenerse incluso sin gobierno. Un colega italiano me decía que su país vive mejor sin gobierno que con él, «pues cuando no hay gobierno, no hay más impuestos, ni más restricciones, ni más corrupción, y los italianos podemos dar rienda suelta a nuestra inventiva, que es lo que nos va». Es como Italia, pese a los 60 ó 70 gobiernos que ha tenido desde 1945, siempre ha salido adelante y, aún hoy, sigue siendo la segunda mayor exportadora de Europa, sus productos se venden en todas partes y ha llegado a desplazar a Francia en estilo.

¡Qué diferencia con nosotros! Nosotros somos incapaces de vivir sin gobierno. Por malos que sean, los necesitamos, aunque sólo sea para echarles la culpa de todos nuestros males. Cuando puede que el primero de nuestros males sea esperarlo todo del gobierno, confiar en que los políticos nos resolverán nuestros problemas, elegir un partido, una ideología y ser ya incapaces de cambiar. O de reconocer nuestro error al aferrarnos a ella. Mientras los italianos saben que son como los kleenex: para usar y tirar.

Es por lo que Italia saldrá de esta crisis, mientras no estoy seguro de que salgamos nosotros. Las durísimas medidas que han tomado para atajarla indican que, a la hora de la verdad, saben lo que hacen y lo que necesitan. ¿Se imaginan ustedes la que aquí se hubiera armado de haberse establecido el copago para salvar de la bancarrota a la sanidad pública?


ABC - Opinión

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