viernes, 8 de abril de 2011

Zapatero y Guardiola. Por José María Carrascal

Es posible que Guardiola peque de exceso de prudencia. Pero lo de Zapatero desborda todos los límites de la osadía.

YA sé que las comparaciones son odiosas, pero el contraste es tan grande, la disimilitud tan escandalosa, que uno no puede resistir la tentación de comentar el antipático paralelismo. Ni las victorias continuadas, ni el distanciarse de sus rivales, ni la marcha triunfal en todo tipo de competiciones impiden al entrenador del Barça advertir a los suyos que los últimos objetivos no están aún alcanzados, que no hay enemigo pequeño y que, en esta vida, la desagradable sorpresa acecha tras cada esquina. Mientras el presidente del Gobierno español, inaccesible al desaliento, a la lógica y a los números, anuncia que empezaremos a crear empleo en el segundo semestre, sonríe ante las malas noticias y se atreve a decir que «hemos superado la crisis». ¡Esta sí que es moral! Ni la orquesta del Titanic tocando mientras el barco se hundía le supera. Lo malo es que ni con optimismos ni con valses se detienen los hundimientos ni las crisis. Es posible que Guardiola peque de exceso de prudencia. Pero lo de Zapatero desborda todos los límites de la osadía, para entrar ya en los dominios de la alucinación o algo peor. Un presidente de gobierno no puede ponerse a tocar el caramillo cuando el secretario de Estado de Economía reconoce que nuestro crecimiento no da para crear empleo, el ministro de Trabajo anuncia «lustros de constricción de salarios» y el gobernador del Banco de España reconoce que «la reconversión de las Cajas debió hacerse antes». Puede que Zapatero siga creyéndose sus fantasías. Pero debe de ser el único del Gobierno. Y encima, lo de Portugal, que nos pone en primera línea de fuego. Sí, ya sé que no somos Portugal.

Pero quién sabe si nuestro caso es peor, pues a Portugal se le salva con 75.000 millones de euros. Pero ¿cuánto costaría salvar a España? Nadie lo sabe, pero los cálculos que se hacen van de 400.000 a 700.000 millones. Una cantidad que desborda las previsiones de ese fondo europeo que acaba de crearse para estas emergencias, que, en todo caso, no estará disponible de inmediato. Nada de extraño el miedo que cunde por todas partes y que nadie quiera ni siquiera hablar de un posible rescate de España.

Mientras nuestro presidente se dispone a iniciar la gira de sus «bolos» electorales. Es lo que le gusta. Darse baños de multitudes, dejarse besar por jóvenes y maduras. Pintar un horizonte rosado y dar leña el PP. Ni siquiera la chamusquina andaluza le perturba. Él no está para esas tonterías. Él está para lo importante, para levantar el ánimo de los españoles y garantizarles que la primavera ha llegado no sólo en el calendario, sino también en la política y en la economía. En tales condiciones, ¿no creen ustedes que convendría levantar la pancarta de «Guardiola for president»?


ABC - Opinión

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