lunes, 24 de enero de 2011

Por la recuperación nacional

Rajoy cerró la Convención de Sevilla con un discurso que se sustenta en la unidad de un partido nacional que es la única alternativa al PSOE.

LOS discursos pronunciados en la Convención Nacional del PP no fueron, afortunadamente, los propios de una oposición confiada en ganar exclusivamente gracias al desgaste del Gobierno. El PP llevó a la primera plana los principios reformistas que son santo y seña de su identidad ideológica, apostando, como hizo ayer Rajoy, por una política de intereses nacionales que reciba el apoyo de la mayoría. Es una buena noticia que el PP no limite sus credenciales electorales a la recuperación económica y que haya expuesto con sinceridad la necesidad de defender modelos sociales y políticos. La denuncia del aborto y el compromiso con las reformas institucionales, planteados en la Convención popular, son bien expresivos de que cualquier alternativa de gobierno debe incluir actualmente una oferta global de regeneración. Habría sido un grave error por parte de la dirección del PP pensar que la derrota electoral del socialismo no requiere una previa confrontación de idearios. La gravedad de la crisis económica en España no es solo un problema de mala gestión coyuntural, sino una nueva demostración de que la izquierda, tanto española como europea, está inadaptada para liderar sociedades modernas en tiempos de dificultades. Por eso, aunque el Gobierno insista en que su problema es de comunicación, la realidad que perciben los ciudadanos es que el problema es el propio Gobierno.

Rajoy cerró la Convención de Sevilla con un discurso que culmina el proceso iniciado en el Congreso extraordinario de Valencia. Un discurso que se sustenta en la unidad de un partido nacional que es la única alternativa al PSOE y que se presentará a las elecciones de mayo sin fisuras de liderazgo. El papel jugado por Aznar en la primera jornada de la Convención fue decisivo para reforzar esa imagen de lealtad y fortaleza que tanto contrasta con las incertidumbres que se reflejan en los rostros de los dirigentes socialistas. En todo caso, los excesos de confianza serían suicidas para el PP, porque son las urnas, y no las encuestas, las que dan y quitan el poder. Rajoy hizo bien en pronunciar un discurso de movilización dirigido a todos los españoles, porque los tópicos contra la derecha siguen vigentes, aunque ciertamente desmentidos por los hechos. Ahora es la izquierda la que recorta derechos sociales, de verdad, y la que ha querido romper el Estado autonómico con el Estatuto de Cataluña. Con un partido sin divisiones y que lo reconoce sin dudas como su líder, Rajoy tiene todo a favor para encarar La Moncloa.

ABC - Editorial

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