lunes, 24 de enero de 2011

Liderazgo nacional

El objetivo de la Convención Nacional de Sevilla era presentar al PP como un partido de Gobierno. Tres jornadas de trabajo han confirmado que ese propósito se ha cumplido. El PP ha salido muy reforzado de un cónclave que era además un punto de partida de cara a las elecciones autonómicas y locales. Ha demostrado que cuenta con ideas y equipos, experiencia y capacidad para sacar adelante una misión nacional. Ayer, Mariano Rajoy dio razones para ese clima de euforia que ha marcado la convención, con un discurso de Gobierno en el que demostró convencimiento para liderar un proyecto de país. Hasta llegar a este momento, en el que el PP cuenta con un respaldo mayoritario de los españoles, Rajoy no lo ha tenido fácil, pero ha sido capaz de mantener un rumbo contra viento y marea por encima de no pocas dificultades. Un político tranquilo, pero con el pulso firme, que ha cohesionado al PP a lo largo de una compleja travesía. Lo hizo bien, porque no perdió el norte, y eso en un dirigente es una virtud.

Su intervención de ayer, ante los delegados del PP, fue una convocatoria a los españoles a «un proyecto de recuperación nacional», y lo fue también de fe en España, «una nación que no está en juego, no es discutible y no se negocia». Todas sus palabras desprendieron una confianza plena en la capacidad del país, pero también en la necesidad de abrir una etapa regeneracionista, que abarque desde lo moral a lo político, pasando por lo económico. No podemos estar más de acuerdo. El país no necesita más parches, ésos los hemos sufrido con Rodríguez Zapatero. No. El presidente del PP habló de reformas profundas en el corazón del sistema, como el Parlamento o el Tribunal Constitucional, y de fortalecer el modelo judicial y el funcionamiento de las Administraciones Públicas.


Acertó cuando presentó la gestión de los gobiernos de Aznar, de los que él formó parte, como la prueba de que el PP sabe lo que es superar una situación de grave adversidad económica. Entonces, ya se demostró que fueron capaces de controlar el déficit, la deuda y recuperar confianza. Han sido las políticas liberales –las mismas sobre las que ha insistido Rajoy en estos años– las que han colocado a Alemania y a otros países de Europa en la senda del crecimiento. Y el PP de Rajoy ha creído siempre en ellas sin que nadie se las imponga desde fuera.

El presidente del PP dijo que España tiene «sed de urnas, quiere cambio y quiere abrir una nueva etapa». Las encuestas lo confirman. Pero hablamos, sobre todo, de una necesidad. El país no puede perder más tiempo. Se trata de recuperar cuanto antes todos aquellos valores y principios perdidos en tantos años de administración socialista –austeridad, verdad, rigor, esfuerzo–, imprescindibles para impulsar ese proyecto reformista ineludible.

Rajoy es un político de Estado serio, que ha ejercido una oposición responsable con moderación y centralidad. Ha avisado de que no hay milagros, porque, efectivamente, sólo existe el trabajo bien hecho. La convención nos ha dejado liderazgo y confianza en un proyecto, y eso ya es mucho.


La Razón - Editorial

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