sábado, 22 de enero de 2011

ETA está contenta. Por Edurne Uriarte

Togas extraviadas confunden los límites del papel de los jueces y de los políticos, e ignoran el entramado terrorista.

ETA está contenta con la sentencia de Udalbiltza. Basta repasar el Gara de ayer. Ahora bien, siguiendo la argumentación de Gómez Bermúdez y los jueces que la han redactado, eso, la «afinidad» y la «coincidencia» entre ETA y los absueltos, no prueba que Udalbiltza esté bajo el control o al servicio de ETA. En efecto, y eso puede justificar la absolución, no la cuestiono, pero no la intolerable arenga sobre el peligro de criminalización de las ideas políticas que incluyen los jueces en la sentencia.

Tampoco la interpretación de los absueltos de que la sentencia «está acorde con el cambio de escenario» prueba que esto sea un ejemplo práctico de «togas manchadas», que diría Conde Pumpido. Pero sí de togas extraviadas, muy confundidas sobre los límites del papel de los jueces y de los políticos. Y, sobre todo, tristemente ignorantes del funcionamiento del entramado terrorista.


Entiendo que los nacionalistas se pasen el día denunciando lo que ellos consideran la criminalización de las ideas políticas, incluidas las ideas de todos los órganos políticos de ETA. Entiendo también que lo mismo haga la izquierda que quiere negociar con los terroristas. Y, sobre todo, que lo haga la propia ETA para presentarse a las elecciones. Pero lo asombroso es que sean los jueces quienes se metan en ese charco político. En lugar de limitarse a constatar la falta de pruebas suficientes y absolver.

O, si querían lanzar algún tipo de mensaje moral a la sociedad, en lugar de lamentar que el Estado, ellos incluidos, sean incapaces de proteger a los ciudadanos de las reglas del terror impuestas en el País Vasco. O de explicar por qué las ideas coincidentes con un grupo terrorista son más merecedoras de sus desvelos en la sentencia que el derecho a la libertad de los amenazados y coaccionados. O, simplemente, en lugar de abochornarse por la impunidad legal de las ideas criminales.


ABC - Opinión

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