lunes, 3 de enero de 2011

El adiós de Cascos. Por Félix Madero

Álvarez-Cascos tiene todo lo que un político ha de tener: experiencia y capacidad. Y además, popularidad.

CON miedo no se puede vivir, y lo que se viva no merece ser llamado vida. Los hombres con miedo son siempre peligrosos. Con miedo tampoco se puede hacer política, o lo que se haga no puede llamarse así. El miedo, la turbación y el recelo acompañan a algunas personas, pero se ha instalado holgadamente en la política. La partitocracia es un mal muy español que hace que políticos grandes y chicos vivan en un estado permanente de excitación; sí, ese que les provoca el miedo de dentro del partido, no sea que me muevan, y el de fuera, no sea que me ganen y me obliguen a moverme. Y así, hablar de democracia es un sinsentido que sólo entienden aquellos que alimentan los engranajes de una cosa que llaman partidos, pero que en puridad no son más que facciones, grupos de amiguetes constituidos en aparato que hacen y deshacen vidas, opciones y oportunidades ajenas parapetados siempre en estatutos, disposiciones y reglamentos. Hasta el más lerdo sabe que cuanto más hay de eso menos espacio ocupa la democracia.

En realidad la democracia no está cuando mandan los estatutos, y sólo los estatutos. Por encima de toda esa burocracia bufa está el sentido común; sí, ese que indica a un líder político dónde están las posibilidades de ganar unas elecciones. Pero ya ven que no. Francisco Álvarez-Cascos tiene todo lo que un político ha de tener: experiencia y capacidad. Y además, popularidad. Pues nada, que no puede ser candidato del PP, y sin embargo sí tiene espacio la concejal ovetense Isabel Pérez-Espinosa, que no tiene lo de Cascos, pero si el aprecio del aparato. La concejal, si llega a presidenta, promete no molestar, que bastantes problemas hay en Madrid. ¿Cómo hemos llegado al punto de que Cascos no tenga oportunidad de arrebatar la presidencia de Asturias al PSOE? En el PP aseguran que con los estatutos en la mano, no tenía ninguna posibilidad de ser el candidato. Con los mismos estatutos estuvieron cambiando cromos en Castilla-La Mancha hasta que dieron con Dolores de Cospedal. Sólo faltó presentar a un torero como candidato, algo a lo que se acercaba y muy bien Adolfo Suárez Jr.

No, hombre, no. No son los estatutos que, por cierto, se pueden cambiar cuando el líder quiera. Es el miedo a meter dentro del partido a quien tiene una idea de la política que no pasa por el sí señor, lo que tú digas, se hará como quieras y todas esas cosas que permiten que los partidos sean cualquier cosa menos democráticos. Edmund Burke, que aún hoy es el padre del liberal-conservadurismo británico, decía que el miedo es el más ignorante, el más injurioso y el más cruel de los consejeros. Que Cascos haga un partido fuera del PP es lo de menos. Lo de más es confirmar que los partidos sin democracia dentro no pueden hacerla fuera. Es una deducción simple y nada audaz. Pero tan cierta como alarmante.


ABC - Opinión

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