jueves, 4 de noviembre de 2010

Vuelve la señorita Pepis. Por M. Martín Ferrand

La escuela política de Rajoy se sustenta en el silencio y la paciencia. No decir nada que pueda establecer compromiso.

EN los años setenta, cuando la Transición, una tal señorita Pepis se convirtió en gran estrella de la tele. Las mocitas que hoy comienzan a ser abuelas suspiraban por sus maletines y sus kits. Para jugar a enfermeras o modistas, para maquillarse dentro de un orden o revestirse con los hábitos cursilones de una princesa de cuento rosa, era imprescindible un equipo de la señorita Pepis que, de repente, desapareció. ¿Qué habrá sido de ella? Acabo de vislumbrarla junto a Javier Arenas, el líder popular que más pronto se levanta de la siesta. La campaña con la que el PP andaluz pretende batir a José Luis Rodríguez Zapatero tiene que ser, por coherencia de estilo, un diseño de la señorita Pepisque, del mismo modo que podría haber profesado en la clausura de un convento o trabajar con una ONG en el África central, se ha inscrito en la cofradía de la gaviota.

Con epicentro creador en Sevilla, el PP distribuye ya por toda España unas tarjetas postales con el siguiente lema en su anverso: «Yo no te abucheo. Solo quiero un empleo». El reverso incluye la dirección postal del presidente del Gobierno y el diseño de la campaña contempla que los parados le remitan las tarjetas a quien, según el PP, «se columpia con las mujeres». Piensan los estrategas populares que la tarjeta puede movilizar a las más de dos millones de paradas que completan el censo del desempleo y, vista su estética funcional, cabe atribuirle su ideación a la señorita Pepis que, por las trazas y el calendario, ya debe peinar canas y, solidaria, quiere colaborar con Arenas y demás sabios clausewitzes del PP.

La escuela política de Mariano Rajoy se sustenta en el silencio y la paciencia. No decir nada que pueda establecer compromiso y esperar a que el tiempo lo arregle todo. En ese entendimiento un pareado mal medido, como el de la postal con la que quieren darle pellizquitos monjiles al líder socialista, y una tarjeta con franqueo constituye una elegante y dinámica manera de no hacer nada. Quizás haya desconocimiento, o menosprecio, de la realidad intelectual y política de las españolas, en paro o con trabajo, por parte de quien diseña campañas tan infantiles como ésta en la que no se sabe qué ponderar más, si su ridícula vaciedad o la confianza en el servicio postal. Si como dicen, a dúo, Arenas y Mercedes de la Merced —la Bibiana igualitaria del PP—, de lo que se trata es de hacer «visibles» a las mujeres en paro quizás resultara más barato y notable la organización de bailes regionales en las plazas públicas o el asado de castañas en las colas del INEM. Cualquier cosa menos desenterrar, pobrecita, a la señorita Pepis.


ABC - Opinión

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