domingo, 3 de octubre de 2010

Las primarias de Zapatero

Es imposible que lo que pase hoy en Madrid no sea relevante para la imagen de Zapatero, ya que es evidente el movimiento de preocupación que existe entre los barones del PSOE y otros que no lo son.

LOS militantes del PSOE en Madrid resolverán hoy el primer capítulo de uno de los mayores problemas internos que se le han planteado a este partido desde la crisis abierta tras la derrota electoral en 1996. Pese a todo lo que pudiera separarlos, a Tomás Gómez y Trinidad Jiménez les une la certeza de que, sea quien sea el elegido, les espera el mismo futuro: caer probablemente derrotados ante Esperanza Aguirre en las elecciones autonómicas madrileñas. La aspiración del PSOE en estos comicios es elegir al candidato que pierda por menos votos y, a renglón seguido, esperar la carambola de una subida de Izquierda Unida en grado suficiente para reintentar una coalición de izquierdas, como la que se frustró en 2003. Por tanto, el PSOE tendrá dos candidatos en liza frente a Esperanza a Aguirre: el propio y el de Izquierda Unida. Es un dato a tener en cuenta para exigir de los socialistas su verdadero programa de gobierno para la Comunidad de Madrid, que será el que estén dispuestos a pactar con la extrema izquierda. Los socialistas eluden temerariamente en esta planificación la relevancia que pueda tener Unión, Progreso y Democracia.

Con este planteamiento —cuál es el mejor candidato para lograr que Aguirre gane sin mayoría absoluta—, los socialistas se dividen entre Jiménez y Gómez. El aparato nacional del PSOE, con Zapatero a la cabeza, apuesta por la ministra de Sanidad, apoyándose en unas encuestas de consumo interno. La campaña contra Gómez ha sido cualquier cosa menos sutil, hasta llegar a calificarlo como «el candidato de la derecha». Puede que el aparato de Ferraz tenga sus datos para defender esta estrategia —de la que ocultan que Aguirre ganaría por mayoría a cualquiera—, pero probablemente yerren en mostrarse tan seguros de que, en este momento, una candidata apadrinada directamente por Zapatero sea la mejor opción ante el electorado madrileño. Podría suceder que la imagen de cierta disidencia que está transmitiendo Tomás Gómez frente a La Moncloa, junto a su evidente gesto de firmeza a la hora mantener su candidatura, resulte más atractiva para el elector de izquierdas desencantado con Zapatero que una candidata «oficialista», en cuyo currículum ya contabiliza una derrota por goleada frente a Ruiz-Gallardón con posterior abandono a los electores madrileños. Es imposible que lo que pase hoy en Madrid no sea relevante para la imagen de Zapatero, cuando ya es evidente el movimiento de preocupación que existe entre los barones del PSOE, y otros que no lo son, por el declive político irreversible del presidente del Gobierno.

ABC - Editorial

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