jueves, 7 de octubre de 2010

Las primarias, cierre de filas y el futuro de Zapatero. Por Antonio Casado

Dicen en el PP que el caso de corrupción urbanística en Murcia es un montaje de Rubalcaba para tapar el gatillazo de Moncloa en las primarias de Madrid ¿Taparlo? Sería estúpido. Lo suyo es airearlo, comentarlo, darle vueltas y poner en valor una operación de inesperada rentabilidad: el lanzamiento de un candidato socialista creíble que antes era un perfecto desconocido. En términos de expectativas electorales madrileñas, los efectos del error de cálculo de Zapatero han alumbrado una buena noticia para el PSOE y mala para el PP.

Por tanto, se entiende el ataque de contrariedad de la derecha furiosa ante el cierre de filas de los socialistas en torno a sus siglas, a su líder y a su nueva estrella política. Tomás Gómez acaba de conquistar en las urnas de su partido el derecho a competir en las urnas de la Comunidad. Si ha ganado a las encuestas de Zapatero también puede ganar a las de Esperanza Aguirre, como ayer decía en una entrevista de Prensa. Y Zapatero estará encantado -ya lo está solo de pensarlo-, aunque sus verdaderos adversarios le exijan algo más que un acto de contrición pública por haber apostado al perdedor. Por ejemplo, el suicidio político. O la convocatoria de elecciones generales ya mismo. Qué menos.


«El éxito de la llamada de Zapatero al cierre de filas después de las primarias se ha convertido en una mala noticia para el PP. Y es absurdo aferrarse a la lógica de un Gómez sediento de venganza.»

Nada de eso pasa por su cabeza, por mucho que sus enemigos políticos y mediáticos se escandalicen ante el cierre de filas de los socialistas en torno a un líder agotado, acabado, con el post-zapaterismo en marcha, en tiempo de prórroga, en fase terminal. O muerto, como diría Quevedo (No don Francisco, ojo). Les parece aberrante su decisión de agotar la Legislatura y aún creen posible que descabalgue o le descabalguen antes. Ni por asomo aparecen pistas de lo uno o de lo otro cuando quienes le rodean se ponen a comentar la jugada.

En mis notas más recientes aparece este testimonio de Tomás Gómez, después de uno de sus discretos encuentros con el presidente del Gobierno en Moncloa: “Su vida es la política. Si alguien cree que no se va a presentar, se equivoca de medio a medio”. “Nuestro mejor activo” dice de forma recurrente el ministro Blanco. “Nadie maneja a su alrededor la hipótesis de que esté pensando en retirarse”, dice Rubalcaba. La vicepresidenta, Fernández de la Vega no puede ser más contundente: “Puede, quiere y sabe. Tiene ganas, ánimo y responsabilidad”.Y así sucesivamente.

O sea, que el éxito de la llamada de Zapatero al cierre de filas después de las primarias madrileñas se ha convertido en una mala noticia para el PP. Y es absurdo aferrarse a la lógica de un Tomás Gómez sediento de venganza. O un Zapatero que, según ese discurso, debería hacerle la vida imposible por haberle dejado en ridículo. Qué tontería. Nadie en su sano juicio puede creerse que el patinazo madrileño de Zapatero podría llevarle a boicotear la candidatura socialista a la presidencia de la Comunidad. Sería tirar piedras contra su propio tejado. Porque no le queda otra, se dice. Así es. Pero el cierre de filas es una opción excelente aunque sea la única. No hay mal que por bien no venga. Bingo, en este caso.


El Confidencial - Opinión

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