sábado, 23 de octubre de 2010

El pánico a Rubalcaba. Por Edurne Uriarte

El miedo a Rubalcaba tiene que ver con su gestión en las sombras del poder.

La prensa progubernamental se ha divertido enormemente en las últimas horas con lo que José María Izquierdo ha llamado en El País «El pánico a Rubalcaba». O Javier Vizcaíno en Público «Tembleque de piernas y castañeteo de dientes en Carpetovetonia». Entusiasmados los columnistas de la izquierda con el profundo rechazo e inquietud que la concentración de tanto poder en Rubalcaba ha suscitado en toda la derecha política y mediática. Y poco conscientes, al parecer, de lo inquietante de que en una democracia un cargo político produzca miedo a la oposición, tanto a los periodistas como a los políticos. Incluidos los políticos de su propio partido, que se lo pregunten a Tomás Gómez.

Porque lo cierto es que estos admiradores de Rubalcaba tienen toda la razón. Este político produce un acusado temor entre los políticos y periodistas de la oposición. Y no precisamente por su inteligencia y sus dotes comunicativas. Eso causa respeto, que es otra cosa. El miedo a Rubalcaba tiene que ver con su gestión en las sombras del poder. Con la extendida percepción de que, con él al frente de Interior, no es lo mismo ser un corrupto del PP que del PSOE. Y, mucho peor, no es lo mismo ser un simple y honrado político del PP que del PSOE. O con el temor entre la clase periodística de que las críticas a Rubalcaba son más arriesgadas que a otros políticos. No se han percatado los fans de Rubalcaba, los seguidores del cuento del republicanismo cívico de Zapatero, del pequeño detalle de que el pánico al poderoso es propio de las dictaduras. Que la oposición también tiene pánico a Fidel y Raúl Castro. O a Hugo Chávez. Cuando pasa lo mismo en una democracia y al inspirador del miedo le otorgan, además, un inmenso poder, hay que hacérselo mirar. Porque algo falla en esa democracia. Quizá que el republicanismo cívico de Zapatero se haya convertido en republicanismo coactivo.


ABC - Opinión

0 comentarios: