viernes, 24 de septiembre de 2010

El síndrome de Barrabás. Por M. Martín Ferrand

El presidente prefiere el gozo sindical que la prosperidad de ciento y pico mil contribuyentes.

JOSÉ Luis Rodríguez Zapatero, el presidente que se contradice a sí mismo, ha alcanzado tal maestría en las mañas de la fuga y el escapismo que ya supera al Gran Houdini y convierte en espectáculo cada una de sus apariciones públicas. Ahora se dispone a abrir una vestecha —que es como le llaman en León a los tragaluces— para que puedan salir por el tejado del Presupuesto los malos humores que acumulan los sindicatos y, solo por halagarles y en alarde de progresismo de salón, les subirá la tarifa del IRPF a los contribuyentes con rentas superiores a los 120.000 euros. El truco, diseñado por la primorosa Elena Salgado, supondrá un incremento en la recaudación por este capítulo, uno más del amplio muestrario fiscal, de poco más de 120 millones de euros. Mucho precio para provocar la alegría de un sindicalismo caducado y poca chicha para equilibrar un Presupuesto recortado por los acontecimientos y afectado por un déficit insensato que compromete nuestra situación en el seno de la Unión Europea.

Zapatero es víctima de lo que muchos conocen como síndrome de Barrabás en recuerdo de la peripecia que, según el Evangelio de San Marcos, llevó al pueblo judío, ante la propuesta de Poncio Pilatos, a elegir la libertad de un delincuente, Barrabás, a la de Jesús. El presidente prefiere el gozo sindical, el de los mismos que le castigarán el próximo 29-S, que la prosperidad de ciento y pico mil contribuyentes de los que, por su capacidad económica, se ejercitan en el consumo y animan la industria y el comercio. Tendría que hacérselo mirar, en lo que afecta a su proyección política, por un economista solvente y, en lo que se refiere a sus deberes de militancia, por un psicoterapeuta argentino.

Cada cual es muy dueño de elegir lo que se le antoje. En eso reside la libertad. Pero, eso de elegir es algo que, por falta de perspectiva histórica en las costumbres, los españoles hacemos de manera pintoresca. Según un estudio de Sigma Dos para Telecinco (3.200 entrevistas) si Belén Esteban se presentara a las elecciones sacaría un 7,9 por ciento de los votos, más que IU, y se convertiría en la tercera fuerza política del Estado. En el supuesto que ante la insólita pregunta, no se haya desbordado la capacidad de pitorreo de los encuestados, también luce ahí la sombra de Barrabás. Suele decirse, en exceso de fervor democrático, que el pueblo nunca se equivoca, pero no es de ese modo. En democracia los errores del pueblo, si son mayoritarios, hacen la Ley. De ahí el triunfo de Zapatero y Esteban. Por eso la democracia no es buena en sí misma, sino mejor que cualquiera de sus opciones alternativas.


ABC - Opinión

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