jueves, 19 de agosto de 2010

Aznar en Melilla

Está en su legítimo derecho de realizar actividades públicas y pronunciarse sobre cuestiones relevantes de la política española. José Blanco ha salido en tromba para criticar al líder popular, utilizando el término «deslealtad» y olvidando el viaje en 2001 de Zapatero a Rabat en plena crisis de los embajadores.

JOSÉ María Aznar fue aclamado ayer por miles de personas durante su visita a Melilla, donde se entrevistó con el presidente Juan José Imbroda y acudió —entre otros lugares— a la valla fronteriza con Marruecos. El ex presidente del Gobierno refuerza así la presencia del Partido Popular en la ciudad autónoma, tal y como hizo el día anterior el vicesecretario general de Comunicación, Esteban González Pons, en un significativo gesto de apoyo a las Fuerzas de Seguridad injustamente ofendidas. Aznar es una referencia indiscutible para el centro derecha español. Como es natural, está en su legítimo derecho de realizar actividades públicas y pronunciarse sobre cuestiones relevantes de la política española. Sin embargo, José Blanco (al parecer, el único ministro «activo» en esta etapa veraniega) ha salido en tromba para criticar al líder popular, utilizando con manifiesto exceso el término «deslealtad» y con selectivo olvido el viaje en 2001 del propio Zapatero a Rabat en plena crisis de los embajadores.

Lo cierto es que los melillenses han sabido dar cumplida respuesta a la actitud de unos y de otros, agradeciendo de forma espontánea la cercanía del PP y expresando al tiempo su rechazo ante la tibieza del PSOE en la defensa del interés general de España en este nuevo episodio de desencuentro con Marruecos. Las prudentes declaraciones del ex presidente reflejan en todo caso una realidad evidente, y es que esa ciudad española «no debe vivir entre el acoso y la dejadez». Los marroquíes radicales consideran una «provocación» esta visita de Aznar; pero no es ése precisamente el punto de vista que más interesa a la opinión pública española, perpleja —una vez más— ante la pasividad del Gobierno frente a la actitud inaceptable de determinados sectores del régimen alauí.

ABC - Editorial

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