miércoles, 25 de agosto de 2010

Ardor claudicante. Por Edurne Uriarte

Las graves la política exterior y de seguridad del Gobierno van se caracterizan por la inacción y la claudicación.

De la Vega ignora que Ardor Guerrero, el concepto con el que ha pretendido descalificar a los críticos del Gobierno en materia de seguridad y exterior, es el himno del Arma de Infantería, con lo que una vicepresidenta del Gobierno realiza la singular proeza de burlarse del Ejército más que de sus críticos. Y, una vez más, pone de manifiesto las graves deficiencias de su política exterior y de seguridad que van mucho más allá de la ignorancia y se caracterizan por la inacción y la claudicación.

Y, lo que aún es peor, por la reivindicación de esa inacción y claudicación. Zapatero, con una rueda de prensa para «felicitarse» por la labor diplomática y de inteligencia en la liberación de los secuestrados Villalta y Roque. Es decir, por la brillante operación de pagar millones de dólares al terrorismo islámico y gestionar la liberación de un terrorista. Cosa que el presidente no duda en exhibir y reivindicar sin el menor átomo de vergüenza ni duda moral, reiterando que la política claudicante es su principio político.


De la misma forma que el ministro de Interior presume de la cesión ante las provocaciones de Marruecos. Y lo reivindica como una alternativa a «la política a cabezazos» de la derecha en Melilla frente a su política inteligente y sensata que consiste en una ridícula visita a Rabat para dar finalizado un conflicto que, según el propio Gobierno, no existía. Y en el abandono de su propia policía y en la aceptación de los intolerables ataques machistas a las mujeres.

Brice Hortefeux, el homólogo francés que está en sus antípodas, ha hecho una perfecta definición de todo lo anterior este lunes en Le Monde dirigiéndose a la izquierda francesa: «Ustedes están cegados por el sentimiento dominante de los sedicentes bien pensantes que, regodeándose en su propio pensamiento, renuncian a actuar».


ABC - Opinión

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