miércoles, 7 de julio de 2010

Otra más. Por Alfonso Ussía

Ahora se ha sabido de Endesa. Banco de Santander, Cepsa y Endesa. ¿Cuál será la cuarta gran empresa? Entre las tres citadas, el juez Garzón consiguió setencientos mil dólares para su curso y estancia en Nueva York. Endesa ha reconocido al Tribunal Supremo que financió a Garzón con 125.000 dólares. Ya vamos por los 700.000, y no me cierro a aventurar nuevas sorpresas. El requerimiento de la financiación se hizo por escrito enviado en un sobre «Confidencial» con el membrete «Baltasar Garzón Real. Magistrado-Juez Juzgado Central 5, Audiencia Nacional, Madrid». Mintió con el Santander, mintió con Cepsa y ha mentido con Endesa. A Emilio Botín le escribió «querido Emilio», a Carlos Pérez de Bricio «estimado Carlos», y al presidente de Endesa aún no se conoce el principio de la carta y el nivel de efusión del encabezamiento. Pedir dinero desde la Audiencia Nacional para unos cursos particulares no tiene buena pinta. A ese menester, cariñosamente se le llama «dar sablazos», y ahí no pintan nada los fusilados del franquismo.

Tengo escrito que, a este paso, al juez Garzón sólo le va a quedar la UIMP de Santander, como al doctor Montes, el de las sedaciones de Leganés. Pero ahí no abonan esos dinerales a los conferenciantes ni a los directores de cursos. Y es una lástima. Lo siento por Garzón, pero más por nuestra decepción. Somos decenas de miles los decepcionados que tanto agradecimos a Baltasar Garzón su meritoria labor judicial contra el terrorismo etarra y sus fuentes de financiación. Agua limpia y pasada. Pero los más decepcionados, los que prudentemente balbucean su indignación, son sus compañeros de carrera. Por mucho que recelaran –casi todos–, de la excesiva luz con la que Garzón se iluminaba a sí mismo, pocos adivinaron hasta qué límite la egolatría de su colega podría alcanzar el prestigio de su nobilísima profesión. Los jueces no piden dinero a nadie para financiar sus cursos y vivir en Nueva York. Cuestión de principios.

Pero a este humilde servidor de ustedes, las peripecias petitorias y recaudatorias de Garzón, le han abierto los ojos. A partir de ahora, cada vez que me propongan dar una conferencia y los honorarios no terminen de convencerme, me dirigiré a las grandes empresas para solicitarles la pasta gansa. Lo haré desde mi libertad e independencia, que no están regladas por la responsabilidad política. «Querido Zutano. El Ayuntamiento de Rosicler de los Valles ha organizado un curso de Literatura del que he sido nombrado director. Por desgracia, y como consecuencia de la crisis, su Concejalía de Cultura no puede abonarme ni los gastos de desplazamiento. Es por ello que para evitar roces en el futuro, tengas a bien aceptar voluntariamente una financiación de 125.000 euros, gesto que valoraré muy positivamente en el presente y en el futuro. El curso será muy interesante y te invito a participar en su desarrollo, aunque no seas un amante de la Literatura. Recuerda que con Garzón te rascaste el bolsillo. Un abrazo de tu amigo»...

Y ni crisis ni flores.

Nota final: Me llaman de «Opinión» para decirme que el artículo ha quedado corto y debo proceder a escribir nueve líneas más. Es lógico. Me he apercibido nada más comenzar a escribir de lo mucho que me aburría hacerlo de nuevo de Garzón. Y no me he estirado. Creo que las nueve líneas se han cumplido. Gracias.


La Razón - Opinión

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