miércoles, 26 de mayo de 2010

ZP no acierta ni cuando rectifica

Hay algo peor al hecho de que el Gobierno no haya implicado hasta ahora a los ayuntamientos en la necesidad de que ellos también se ajusten a sus ingresos. Y es anunciar que se pone a ello para, acto seguido, posponerlo para dentro de siete meses.

Decía Manuel Fraga de Felipe González que "sólo acierta cuando rectifica". A la vista del improvisado e insuficiente tijeretazo del gasto público anunciado por el actual Gobierno socialista, bien podríamos decir que Zapatero no acierta ni cuando rectifica. La última prueba de ello ha sido el descoordinado y frustrado intento del Gobierno de poner coto al endeudamiento de los ayuntamientos: Hace dos días se publicaba en el BOE un real decreto que, desde ese lunes y hasta el 31 de diciembre de 2011, prohibía a los ayuntamientos y a sus entidades dependientes acudir al crédito público o privado a largo plazo. Bastó, sin embargo, que ese mismo día los alcaldes pusieran el grito en el cielo para que la ministra Salgado se viera obligada ayer a faltar a la verdad diciendo que todo se debía a un "error" de impresión y que, en realidad, esa norma no entraría en vigor hasta 1 de enero 2011.

Hay algo peor al hecho de que el Gobierno no haya implicado hasta ahora a los ayuntamientos en la necesidad que deberían asumir todas las administraciones públicas de ajustarse a sus ingresos. Y es anunciar que se pone a ello para, acto seguido, posponerlo para dentro de siete meses. Con esta rectificación, que trata de disimularse además con una mentira, el Gobierno no sólo va a retrasar aun más un ajuste imprescindible, sino que va a incentivar que los consistorios se lancen a la carrera de endeudarse todavía aun más, sabiendo que dentro de siete meses ya no podrán hacerlo.

Otro tanto se podría decir de la anunciada y luego pospuesta decisión de Zapatero de crear un nuevo impuesto "a los más ricos". Al margen del objetivo encubridor del hecho de que vamos a vivir el mayor recorte de nuestra democracia de lo que el propio PSOE llama "gasto social", y al margen, también, del nulo efecto recaudatorio que tendría esta medida demagógica, el hecho es que este anuncio ha hecho que los inversores tengan la mosca detrás de la oreja, haciéndoles perder aun más confianza en nuestro país.

Sin embargo, como ya señalamos al principio, donde más queda en evidencia el hecho de que Zapatero no acierta ni cuando rectifica es en el propio plan de recorte del gasto público: a un Gobierno que viene de dilapidar 16.000 millones de euros en el Plan E, y que un día antes de anunciarnos su propósito de enmienda reiteraba su apuesta por que el gasto público fuera el motor de la recuperación, se le impone desde Bruselas y Washington una drástica reducción en el déficit público. La forma de llevarlo a cabo, sin embargo, es responsabilidad exclusiva de Zapatero, y a este no se le ha ocurrido otra cosa que hacerlo básicamente mediante una reducción del salario de los funcionarios y una congelación de las pensiones, sin que al mismo tiempo se reduzcan, todo lo contrario, las subvenciones a los sindicatos, las costosísimas duplicidades entre administraciones públicas, los absurdos ministerios y los cientos de asesores prescindibles.

El resultado de todo ello es que tenemos un presidente del Gobierno que, como bien ha descrito Llamazares, parece "un pato mareado que se corrige continuamente a sí mismo". También es acertada la expresión de García Escudero que describe al presidente como un "tragasables desbordado por la situación, obligado a adoptar deprisa y corriendo las imposiciones europeas y de Obama, por un lado, y las de su partido y los sindicatos por otro".

La razón de fondo es que las reformas que se requieren para hacer frente a la crisis contravienen los esquemas ideológicos en los que sigue instalado Zapatero. Estamos pidiendo peras al olmo o un guiso vegetariano al rey del bistec. De Zapatero ya no cabe esperar ninguna solución pues cada vez que ofrece una sólo deja en evidencia de que él forma parte esencial del problema.

Con todo, ni la previsible soledad en la que va a quedar el jueves el PSOE a la hora de votar el "zapatazo", ni las elecciones anticipadas que ya abiertamente, incluso a gritos, reclama el PP, nos debería llevar a albergar muchas esperanzas. Zapatero cree que va a poder ganar las elecciones dentro de dos años y desde las filas del PSOE no hacen otra cosa más que ovacionarlo.


Libertad Digital - Opinión

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