viernes, 7 de mayo de 2010

Rajoy, también en Cataluña

MARIANO Rajoy mantuvo ayer ante el presidente de la Generalitat, José Montilla, las tesis de Estado que debería haber defendido con igual firmeza el jefe del Ejecutivo, José Luis Rodríguez Zapatero.

ESCRIBE Rajoy reiteró a Montilla que no va a retirar el recurso de inconstitucionalidad contra el Estatuto catalán, que el Tribunal Constitucional está plenamente legitimado para resolverlo y que no es el momento de renovarlo. Pero el mensaje más importante de Rajoy a Montilla fue el emplazamiento para «hacer pedagogía de la Constitución», que es una manera diplomatica de reprochar al presidente del tripartito una cierta deslealtad con el texto constitucional. Es evidente que la negación de la legitimidad del TC para pronunciarse sobre el Estatuto catalán es un argumento que encierra la equivalencia entre esta norma estatutaria y la Constitución, en lo que Montilla coincide con Artur Mas, quien ayer propuso que los estatutos ratificados por referendo queden al margen del TC. En definitiva, las posturas del PP y las del frente social-nacionalista contra el TC quedaron de nuevo expuestas.

Al margen de estas discrepancias, el encuentro entre Rajoy y Montilla prestó al primero una nueva ocasión -la segunda en cuarenta y ocho horas- para reforzar su protagonismo político en dos de las grandes cuestiones nacionales: la crisis económica y la crisis institucional, asuntos en los que Rajoy ha mostrado actitudes y discursos cuya claridad contrasta con la confusión de los socialistas. El hecho mismo de que Montilla propiciara esta reunión, sin considerar sus efectos sobre el PSOE, demuestra que en el socialismo cada cual empieza a hacer la guerra por su cuenta y que la autoridad interna de Zapatero se está deteriorando, situación que se acentuará a medida que avance el año electoral que se avecina.

Sería un error interpretar esta agenda de Rajoy como concesiones a un PSOE en declive. Su papel como líder de la oposición y representante de la única alternativa posible y viable al socialismo comprende también la responsabilidad de mantener abiertas las comunicaciones con sus adversarios. Una derecha que aparente ser impermeable y cerrada no podrá atraerse el voto de aquellos ciudadanos que aún recelan del PP por los prejuicios tópicos de la izquierda.


ABC - Editorial

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