lunes, 10 de mayo de 2010

Alemania y Europa

LA crisis económica está erosionando las posiciones de todos los gobiernos, incluyendo las de aquellos que están gestionándola con éxito, como es el caso de la canciller alemana Angela Merkel.

Su derrota en las elecciones regionales de Renania del Norte-Westfalia es una señal de descontento que se refiere no tanto a la situación en Alemania, sino a cierta sensación de hartazgo de los electores alemanes ante el estado de cosas en Europa. Lo peor de estas elecciones es que demuestran, por primera vez tan claramente, que el país más importante de la Unión empieza a ser invadido también por el pernicioso ambiente de euroescepticismo, lo cual es una mala noticia para todos.

La canciller alemana ha sido acusada de haber retrasado las principales decisiones para afrontar la crisis de Grecia, para tratar de minimizar las pérdidas en estas elecciones. Es evidente que se equivocó, porque con sus reticencias ha contribuido a dar tiempo a los especuladores en los mercados internacionales que han empeorado la situación, mientras que no ha podido convencer tampoco a sus compatriotas de que lo mejor para Alemania es contribuir a la supervivencia del euro salvando a Grecia.


El euro se encuentra en grave peligro, por primera vez las tesis que dan por hecho su desaparición ya no son tomadas a la ligera y el papel de Alemania es en estos momentos más crucial que nunca para el futuro de Europa. Angela Merkel ha sido con su liderazgo hasta ahora una brillante impulsora del proyecto europeo, pero la imagen que se transmite dentro y fuera de Alemania es que su único papel es el de pagar los desaguisados de otros gobiernos y las ocurrencias de Bruselas. Es evidente que eso no es justo. Alemania es la principal contribuyente porque es el país más rico y más poblado de la Unión Europea, pero también es uno de los mayores exportadores del mundo, hasta el punto de que puede haber quien crea que tiene capacidad para contemplar su proyección estratégica hacia el mundo en solitario. A pesar de esta derrota, la canciller democristiana debe mantener a Alemania anclada en una Europa donde pese a todo tiene sus principales intereses presentes y futuros.

ABC - Editorial

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