jueves, 1 de abril de 2010

Moratinos y su desodorante. Por M. Martín Ferrand

NO recuerdo la marca del desodorante que, según los anuncios de la tele, era capaz de abandonar a sus usuarios en los momentos más comprometedores e inoportunos; pero debe de ser el que utiliza nuestro singular y pintoresco ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos. Al hilo de la más cacareada que ponedora presidencia semestral española de la UE estaba prevista para la semana próxima una cumbre madrileña entre Cuba y los ministros y cargos del Viejo Continente más atentos a la situación del castrismo y, sin más, el Moratinos de La Habana, Bruno Rodríguez, la ha cancelado sin exposición de motivo alguno. Ya ni en el tercer mundo, en los restos del totalitarismo que tanto aprecian José Luis Rodríguez Zapatero y su ministro especializado, se toman en serio a nuestro canciller y le ningunean. ¿Será cierto lo del desodorante?

Entre los bastidores del mutis cubano, previo a su aparición en la escena madrileña, quizás influya el que la Alta Representante de Política Exterior de la UE, la laborista británica Catherine Ashton, advirtiera previamente sobre su ausencia a tan esperpéntico encuentro entre un Continente democrático y una isla totalitaria y feroz en la represión de sus díscolos. Muerto Orlando Zapata, en situación límite Guillermo Fariñas y dada la difícil posición de un largo número de cubanos opositores a la dictadura, ¿qué sentido tiene una ceremonia de confraternización, de esas que tanto cultiva Moratinos, con los recalcitrantes líderes comunistas cubanos sino disimular la distancia que mantenemos con los que nos corresponden y convienen?
El semestre europeo de Zapatero, el que según Leire Pajín le convertirá en líder cósmico, va de chapuza en fracaso y de desprecio en desdén. Entre Van Rompuy y Durao Barroso, que tampoco son Spaak o Adenauer, le han comido la merienda -¿y la moral?- a nuestro leonés de cabecera. Primero fue Barack Obama quien declinó el «honor» de copresidir con el socialista español una cumbre EE.UU.-UE y ahora, degenerando, son los cubanos quienes no acuden a la cita española. Algo que no vislumbramos, pero de enérgicos efectos, tiene que envolver a Moratinos -tan sonriente, tan laborioso, tan tercermundista- para que no le sean propicios ni los vientos del este ni los del oeste. ¿Qué tendrá Moratinos, además de un primer ministro, que tanto le aleja de los escenarios internacionales que tan patrullados tiene?


ABC - Opinión

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