sábado, 27 de marzo de 2010

Las verdades de Mayor. Por Tomás Cuesta

LA rotundidad con la que Zapatero afirma que no hay ni habrá diálogo con los asesinos etarras es la misma con la que llamaba antipatriotas a quienes decían en plena crisis que había crisis.

Al presidente del Gobierno le someten a la máquina de la verdad y podría jurar que es políglota sin que el polígrafo registrase el más leve indicio de movimiento. Se puede engañar incluso a sí mismo y no acordarse, que es uno de los síntomas recurrentes del síndrome de la Moncloa. De otra parte, Jaime Mayor Oreja, ex ministro de Interior de Aznar, dice que el Gobierno negocia con ETA y que, como es natural, no dispone de evidencias al respecto para mostrarlas en pública audiencia, pero que no se retracta de la denuncia.

Mayor Oreja es un tipo extraño en política, bastante dado a la reflexión y negado, hasta donde se sabe, al trinque, ya sea de cargos, prebendas, espirituosos o directamente recursos públicos. Un individuo perseguido por ETA con especial saña, pues durante su etapa en Interior diseñó la estrategia global y legal (una diferencia nada sutil respecto al pasado y al presente) que ha reducido la capacidad mortífera de ETA a mínimos históricos. Se trató del Pacto Antiterrorista, la Ley de Partidos, la vía policial y la denuncia internacional de Batasuna y ETA. A día de hoy, el Pacto está disuelto, ANV controla ayuntamientos vascos (que es lo mismo que recibir dinero, tener censos, disponer de información sensible...) y los terroristas han accedido a las instituciones europeas y se pasean por Irlanda dando conferencias. Sí, Otegi está en la cárcel. Pobre. Las víctimas de ETA, por cierto, sean de uno u otro colectivo, después de la experiencia sufrida en la pasada legislatura (y no hace falta dar nombres) sospechan lo mismo que dice Mayor Oreja, aunque ellas, para Zapatero, definitivamente no cuentan.

Es más que probable que Mayor Oreja esté un tanto irritado con lo que sucede, pese a que no es hombre dado a mostrar sus emociones y tampoco es justo poner en la balanza del crédito las veces que Mayor ha dado en el clavo, eso que tanto irrita a la progresía. Pero no deja de ser cierto que fue el primero, lo cual era su obligación, en hablar de tregua-trampa cuando los asesinos intentaron seducir a Aznar y también fue el primero en captar que el PNV se echaba en brazos de Batasuna en aquel Pacto de Estella que luego se versionó como Plan Ibarretxe por si colaba. Es decir, que si alguien entiende de meteorología vasca es Mayor Oreja, por no hablar de los canales habituales y de las múltiples vías de contacto en la sociedad de la comunicación entre unos y otros, aquellos y ellos.

Si hasta Mariano Rajoy se ha puesto del lado de Mayor Oreja en vez de enseñar el perfil. Ante tamaña muestra de apoyo de alguien más bien tibio, habrá que empezar a demandar algunos gestos al Gobierno para confiar en la veracidad de sus afirmaciones. Lo tiene fácil, muy fácil. Basta con que retiren el aval que se pidió en el Congreso para dialogar con ETA. Es sólo un gesto de cara a la galería, pero quedaría tan bien y podría acallar tantos rumores. O el mismo aval que se pidió en el Parlamento europeo. O que se actuara contra los ayuntamientos de ANV. Sólo con esos gestos, los ojos de Rodríguez «mírame a los ojos» Zapatero ganarían en credibilidad.


ABC - Opinión

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