miércoles, 3 de marzo de 2010

La zafiedad que defiende Zapatero. Por Gregorio Cristóbal Carle

Un mandatario que ha oprobiado de forma constante a la oposición a Castro. Ha bebido de siempre los vientos por ver a los hijos de Stalin perpetuándose en regímenes políticos disfrazados de democracia

Sin entrar en la estéril y zamba gestión de la crisis económica, ausente de opinión y un mínimo criterio, bastaría con echar una mirada de soslayo a la sectaria actitud de Zapatero en la defensa de la libertad planetaria – parafraseando a una de las tantas analfabetas funcionales que pueblan su comatoso y desahuciado gabinete – para darse cuenta de la verdadera facha de éste peligroso infeliz.

Izquierdista hasta los tuétanos e incapaz de tan siquiera disimular un rencor implacable -parece que originado en la historia imaginaria y adaptada de un abuelo masón-, ha bebido de siempre los vientos por ver a los hijos de Stalin perpetuándose en regímenes políticos disfrazados de democracia.

Y a eso ha dedicado todo su empeño desde el día en el que, de una forma incomprensible -y por lo tanto, difícil de explicar- alcanzó la victoria en las primarias de su partido por un escaso y profético margen de nueve votos. A partir de la fecha - o quizás antes- se creyó uno de los tantos elegidos para salvar a la humanidad de las pérfidas injusticias maquinadas por la doctrina liberal, explotadora de infelices y carente de escrúpulo alguno.


Entonces, sin dilación alguna, puso manos a la obra con un empeño receloso, en el convencimiento pleno del sabio destino que le habían asignado los dioses – esos dioses de su sacro olimpo, como no podía ser de otra manera-

Tenía que convencer al mundo entero de que más allá del océano Atlántico había unas personas buenas, con altas miras políticas, que se habían adueñado de los resortes del poder de forma ilícita – algo del todo irrelevante comparado con la magnitud de su misión histórica- con el único, portentoso e irrefutable destino de salvar a sus pueblos de las zarpas de la iniquidad capitalista.

Y ahí estaban los baluartes de la libertad, con Fidel Alejandro Castro Ruiz a la cabeza, renovada sabía contra el vasallaje y el pensamiento único, para replicar a las injustas dictaduras. Otra cosa es que el guión se torciera, y tras acometer el proceso revolucionario acabara implantando un régimen de sumisión, basado en la intransigencia comunista, el miedo, la corrupción y la implacable persecución a lo diferente y plural.

Para el ínclito y adocenado Zapatero, un irrelevante contratiempo propio del acontecer político, porque no es digno de un gran dirigente elevar a categoría lo que en realidad es una nimia anécdota en el devenir de la humanidad.

Ese adoctrinamiento castrista se extiende como un reguero de pólvora por una Latinoamérica castigada por la endémica y enquistada corrupción de siempre y la ausencia total de reformas, la política del vale todo y todo da igual con tal de alcanzar el paraíso proletario.

Más adelante, mucho después -para mayor regocijo del leonés oriundo de Valladolid- surge en Venezuela Hugo Chávez Frías, otro baluarte del golpismo y la intransigencia encubierta en valores democráticos a la vieja usanza del despotismo ilustrado –todo para el pueblo pero sin el pueblo-

El último icono de la radicalidad zapateril, eficaz y a la vez aciago suboficial de escasas luces intelectuales, no tarda en transformar su gobierno en una rancia forma de autocracia – por supuesto de izquierdas- comenzando de forma inmediata la practica despótica asentada en el más vulgar de los nepotismos, el descabezamiento y la abyecta sumisión del poder judicial –“Montesquieau ha muerto-, la plena intervención y ruina de la economía nacional, además del encarcelamiento de los “elementos subversivos” que imaginan, entienden y opinan diferente. Los delirios imperialistas del nuevo profeta latinoamericano culminan con la exportación de su farisaica revolución más allá de las fronteras nacionales desviando al exterior los recursos generados con el esfuerzo y el trabajo de su pueblo. Alto sentido del estado y hondo respeto a los valores democráticos, como era de esperar de alguien que ha bebido y vivido de las enseñanzas del Ché – que ironía-,ese maleante erigido en inexplicable icono de la sinrazón revolucionaria

Es la recreación de esa imagen y forma de gobernar la que deslumbra y embelesa a la progresía europea más radical,- entre la que sin duda se encuentra nuestro ufano Zapatero- alimentada intelectualmente de falsos testimonios, porque es incapaz, o no le interesa – más bien lo segundo- vivir de cerca tan gigantesca mentira. Regímenes políticos que mencionan al pueblo en primera persona, para luego negarle los derechos más elementales constituyen un ideal en sí mismo y motivo para la defensa a ultranza de sus presuntos valores.

Pero José Luis es un perfecto terco y después de su segunda victoria en las urnas –la primera surgió de un sobrecogedor atentado- no cesa en el empeño de impulsar un incisivo acercamiento, además de una desdichada comprensión hacia las satrapías más indecentes de Iberoamérica – Cuba, Venezuela, Nicaragua, Ecuador…- , para lo cual también intenta implicar y convencer a las máximas autoridades institucionales de la Unión Europea recurriendo a sus ya conocidas poses de buenismo – recordemos que fue él creador y máximo impulsor de esa falacia llamada “Alianza de las Civilizaciones-

Por suerte para el mundo libre esa vieja y desazonada Europa no se deja engañar por su canalla y mesiánica visión del “estatu quo” de los dictadorzuelos latinoamericano. Zapatero se encuentra con un incontestable y frontal rechazo a la sectaria e interesada propuesta, que no encierra otra intención que la de servir como instrumento para lavar la imagen de los regimenes de partido único… o casi.

El ínclito Presidente español ha vuelto a la carga con el cansino tema de defender lo indefendible. El motivo no ha sido otro que la trágica y poco sorpresiva muerte de otro opositor a la tiranía de los Castro – Fidel gobierna, pero se mantiene en un segundo plano-

Orlando Tamayo Zapata -Q.E.P.D- era un proletario que en su momento se reveló contra la imposición, el engaño y la represión de un régimen injusto y criminal, implantado a sangre y fuego. La respuesta no se hizo esperar… las autoridades le detuvieron ilegalmente y ordenaron su encarcelamiento, igualmente ilegal. Allí sufrió tortura todo tipo de vejaciones hasta que su rebeldía le llevó a una condena muy superior, esta vez a treinta años.

El valiente, Orlando decidió realizar una huelga de hambre para dar a conocer al mundo su situación y la de todos los que sufren en Cuba las tremendas consecuencias de la intransigencia política, el acoso, la persecución y la muerte por pensar diferente, por buscar ese pedazo de libertad que merece cualquier ser humano.

Finalmente falleció, después de 85 agónicos días de inanición su cuerpo no resistió más el sufrimiento y el maltrato propinado por agentes de la dictadura, que son los únicos culpables y responsables de la defunción, como de todas las demás, las de los casi 800 compatriotas que luchando por la libertad se quedaron a medio camino, las de los fusilados, y las de los vivos que y no pueden hablar porque lo tienen estrictamente prohibido, bajo amenaza de cárcel y muerte.

Esta es la zafiedad que defiende Zapatero, ese gobernante de unos pocos, vesánico e insensible a la ausencia de libertad, a la cruda realidad de esas naciones que sufren la opresión del pensamiento único y el miedo a la palabra. Un mandatario que ha oprobiado de forma constante a la oposición a Castro, negándole el pan y la sal de forma constante, hasta el punto de no querer reunirse con sus representantes, o darles su apoyo y aliento de forma simbólica.

Por el contrario, ha favorecido económicamente los intereses de esos sátrapas, manteniendo sus regímenes con injustas y gratuitas donaciones, lanzando discursos a favor de posturas oscurantistas y del todo erróneas, silenciando la verdad criminal de esos políticos que redimen al pueblo bajo la máscara de una presunta democracia, o lamentando- que no condenando- el deceso de los luchadores por la libertad.

Sr. Zapatero, ha tomado Ud. el camino equivocado…con su venia solo queda decir ¡¡¡VIVA LA LIBERTAD!!!


Diario de América - Opinión

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