lunes, 22 de febrero de 2010

Las incómodas verdades de Zapatero y Rajoy. Por Antonio Casado

“No le pido a Rajoy que ayude al Gobierno. Le pido que ayude al país a salir de la crisis. Se lo pido y se lo ofrezco”. Palabras del presidente del Gobierno, José Luís Rodríguez Zapatero, en su multitudinario mitin de ayer en Málaga. Forman parte del guión elaborado en Moncloa para persuadir a la ciudadanía de que el PP no quiere concertar una salida conjunta del agujero.

Veinticuatro horas antes, en Santander, el líder del principal partido de la oposición y aspirante a la Moncloa, Mariano Rajoy, claveteaba el argumento central del reciente cruce parlamentario con Zapatero: “No negamos el apoyo al Gobierno, si rectifica, como hicimos con la política antiterrorista. Si no hay rectificación, no podemos hacernos responsables”. Estas palabras forman parte del guión elaborado en Génova para persuadir a la opinión pública de que con este amontonamiento de palabras, anuncios, planes y creación de comisiones, el Gobierno quiere camuflar el incumplimiento de su obligación de gobernar y tomar decisiones.


Incluso en la soflama propia de los actos de reafirmación partidista, normalmente reñida con el razonamiento de una posición, se puede rastrear el plan de vuelo de un líder político. En la convención de los populares cántabros, Rajoy remató su discurso con esta coletilla: “No tengo la impresión de que Zapatero vaya a rectificar porque en realidad no sabe lo que quiere”. Craso error, don Mariano. Lo sabe perfectamente. Con esta quimera del pacto, de muy reciente factura, quiere aislar al PP en un frente político contra la crisis económica.

También Mariano Rajoy sabe lo que quiere cuando pregona su pesimismo sobre un eventual plan anticrisis pactado con el Gobierno. Y lo que quiere es marcar distancias para que la crisis económica le siga haciendo el trabajo. Las encuestas le confirman la rentabilidad de esa estrategia. Si apareciese ahora remando junto al PSOE, el PP perdería ese discurso y, según su análisis, esa alta rentabilidad en los sondeos electorales.

El que no corre, vuela. Farsantes unos y otros, si pretenden convencernos de que sus altas miras transcienden a la mera caza del voto. Quedan para verse el jueves, como dos vecinos que viven pared con pared, pero aprovechan las vísperas para incendiarse la casa. A Rajoy le pierde la codicia (Blanco dixit) y lo de la comisión es una pachanga (González Pons). Hay que ver las lindezas que se están dedicando tres días antes de la cita en el palacete de Zurbano.

Cuando Rajoy dice que “el presidente del Gobierno no quiere pactar sino ganar tiempo”, tiene razón. Hasta las piedras saben que Zapatero gobierna en coalición con el calendario. Es una verdad incómoda para él, pero esa es su gran apuesta política: que la recuperación económica se adelante lo suficiente a la fecha de las elecciones.

No menos incómoda que la verdad adosada al discurso de Rajoy, igualmente cautivo del calendario aunque por la razón contraria. Si la fecha electoral se adelanta a la recuperación tendrá la Moncloa al alcance de la mano. Su apuesta, por tanto, no puede ser la de los brotes verdes sino la de la recaída, las dos tesis manejadas ahora por los analistas sobre el futuro de la economía nacional.


El Confidencial - Opinión

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