sábado, 13 de febrero de 2010

La prudencia del gallego. Por M. Martín Ferrand

Aconsejarle prudencia a un gallego suele ser tarea inútil. Precisamente, la sobredosis de cautela es la razón que históricamente viene limitando la tremenda potencialidad humana, geográfica y económica de Galicia. Aconsejársela a Mariano Rajoy es rizar el rizo de lo innecesario porque su actitud política, supongo que distinta de la vital, ha sido siempre la de esperar y dejar que el tiempo decida por sí mismo y actúe para el remedio o para el olvido. Ese es el mayor defecto de su liderazgo porque, como decía mi abuela Rafaela -también paisana-, sobredosis ni de agua bendita.

Dicho lo anterior, me contradigo -aparentemente- para darle al líder del PP un consejo que no me ha pedido y que, por supuesto, no necesita; pero al que me siento obligado en razón del paisanaje y, desde la vocación liberal, en función de mi condición exclusiva de espectador de la vida pública española. Del Rey abajo todos demandan un gran pacto de Estado que nos ayude a superar la crisis. «Es hora, ha dicho Don Juan Carlos, de grandes esfuerzos y amplios acuerdos»; pero, ¿qué es un acuerdo? El jefe de la gaviota debe tentarse la ropa ante un órdago de tan buena presentación.


La experiencia demuestra que José Luis Rodríguez Zapatero, atrapado según su propia confesión en una jaula ideológica antes que en un compromiso con la totalidad de los españoles, no quiere pactos, ni los busca. Exige adhesiones inquebrantables, como las que tanto daño nos han hecho a lo largo de la Historia. La furia socialdemócrata, como demuestran Angela Merkel y Nicolas Sarkozy, no es la mejor medicina para atajar el mal que nos afecta y, menos todavía, si se pretende aplicar con el obsoleto criterio sindical que ilumina al Gobierno y sin romper los huevos que exige la tortilla que puede regenerar la situación.

Unos y otros, próximos y distantes, le plantean a Rajoy una trampa saducea, de esas en que se manipulan la verdad y la realidad para enmarcar la torpeza de la víctima pretendida. Si el del PP nos hubiera anunciado ya, como debiera, su plan anticrisis serían más fáciles la situación e, incluso, el pacto; pero, en ningún caso, la solución puede pasar por una conversión socialdemócrata de la otra mitad de los españoles representados en los dos únicos grandes partidos nacionales. Eso es algo que sólo conviene a los nacionalistas centrífugos y, tanto más, cuanto mayor sea su fe conservadora y liberal.


ABC - Opinión

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