martes, 26 de enero de 2010

Montilla y Barreda, socialistas a la contra del gobierno socialista . Por Antonio Casado

Hoy a mediodía sabremos si el Ayuntamiento de Ascó (Tarragona) se une al de Yebra (Guadalajara) como aspirantes al almacén de residuos nucleares (ATC) en el concurso público convocado por el Gobierno de España. Es la idea apoyada por el alcalde, Rafael Vidal, y los concejales de CiU, más el socialista y el ex alcalde. Total, seis votos.

Suficientes para entender por qué apenas había quince o veinte vecinos del pueblo entre los 2.000 manifestantes que el domingo acudieron a Ascó para oponerse a la instalación de un ATC. Suficientes también para dejar la pelota en el tejado de los jefes de fila de estos concejales cuando toque explicar su forma de entender la autonomía municipal.


Hasta ayer mismo, al presidente de la Generalitat, José Montilla, se le había llenado la boca con palabras de respeto a la voluntad democrática de los vecinos. Se podía deducir su posición si, junto al confesado respeto por la autonomía municipal, en su historial político figura el copyright de los ATC. En el reclamo de un almacén centralizado de residuos radiactivos para antes del 31 de diciembre de 2010 (a partir de esa fecha Francia nos ha de devolver los residuos de Vandellós 1), la firma que aparece en el BOE es la de José Montilla, como ministro de Industria en el año 2006.

El ahora president acudió ayer a la tele para responder a quienes estos días venían acusándole de mirar hacia otro lado. Antes de pasar al plató de Antena-3, tuve ocasión de hablar con él y descubrir que su previsible discurso de ex ministro de Industria (ATC necesario, nada contra la energía nuclear, respeto a la voluntad de los Ayuntamientos), había incorporado dos elementos nuevos. Uno, “consenso social”. Y dos, “equilibrio territorial”. Lagarto, lagarto.

ATC sí, pero...

Minutos después, ante las preguntas de Susanna Griso, se quitó la careta: “No quiero un almacén nuclear en Ascó”. Acabáramos. Montilla se mimetiza de este modo con los dirigentes de su principal adversario político (CiU) y de sus propios socios de gobierno en la Generalitat (ERC e IC) para que nadie tome ventaja electoral de cara a las elecciones catalanas del próximo otoño. También se mimetiza con el también socialista José María Barreda, presidente de Castilla.La Mancha. Éste en relación con la candidatura ya fletada de Yebra (Guadalajara). Y aquél en relación con la candidatura de Ascó (Tarragona), si es que hoy supera las tremendas presiones recibidas durante las últimas cuarenta y ocho horas.

Dos presidentes socialistas de sendas Comunidades Autónomas se pasan por el arco del triunfo la necesitad de un ATC decretada por el Gobierno socialista de la Nación. Con el agravante de que uno de ellos, Montilla, fue quien puso en marcha el expediente para buscar un emplazamiento adecuado a los residuos nucleares. Tres años después, como president, dice que ATC sí, pero no en Cataluña. Lo mismo que Barreda: ATC, sí, pero no en sus tierras castellano-manchegas. Nadie lo quiere. Como la falsa moneda, que de mano en mano va y ninguno se la queda. Ni siquiera se la queda el PP, gran defensor de la energía nuclear pero siempre que no afecte a los intereses electorales de su secretaria general, María Dolores de Cospedal, como aspirante a la presidencia de Castilla-La Mancha.

El mercado el voto, como telón de fondo. De nuevo, la puja electoral. En vez de aportar elementos de juicio al debate, para formar el criterio de los votantes, la clase política prefiere quedarse en la explotación electoralista del incierto temor de los ciudadanos a la energía nuclear. Me parece una irresponsabilidad, pero esto es lo que hay.


El confidencial - Opinión

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