martes, 26 de enero de 2010

«Cojáimela». Por Alfonso Ussía

Santiago Amón–como Jaime Capmany con su «Diccionario de Tontos»– inició un «Diccionario de Cojos» que nunca vio la luz. Santiago era renco y tuvo a bien intentar clasificar a los suyos. Desde el «engañabaldosas» y el «cojo bicicleta» pasaba por todos los claudicantes posibles y probables. Entre ellos destacaba el «cojáimela», una especie de cojo del que decía que simulaba con pericia la dirección de su paseo, de tal modo, que al mover la pierna afectada ocultaba su intención de ir o venir. El «cojáimela» es, por lo tanto, un cojo confuso que extiende la confusión a los demás.

Antonio Mingote, que termina de cumplir sus primeros noventa y un años de vida, dibujaba plácidamente en su luminoso hogar cuando sonó el timbre de la puerta. Isabel, su mujer, ingresó en su despacho con la buena noticia. «El Gobierno, por tu brillantez y genialidad te acaba de conceder la Gran Cruz del Mérito Civil». Antonio continuó dibujando a pesar de la Gran Cruz, cuando el timbre de su dulce hogar se hizo notar de nuevo. Isabel ingresó en su despacho con la preocupante noticia. «El Ministro de Trabajo se ha querellado contigo porque has menospreciado al honesto gremio de los panaderos. Tienes que personarte ante el juez de inmediato o vendrá la Policía a buscarte». En el mismo día, el Gobierno condecoraba y amenazaba a Mingote con mandarle a los guardias simultáneamente. Un hecho confuso que extendió la confusión a los demás, principalmente a Isabel y Antonio.


El Partido Popular, hasta lo que he podido deducir a lo largo de las últimas décadas, es partidario de la energía nuclear. Los ingenieros y científicos aseguran que es la energía más limpia y segura. Los «verdes sandía» y una buena parte del retroprogresismo se muestran indocumentadamente contrarios. Apoyar la energía nuclear conlleva admitir los llamados cementerios y almacenes nucleares. El Ayuntamiento de la localidad alcarreña de Yebra, de acuerdo con su representación popular y democráticamente, ha considerado oportuno albergar un almacén de residuos nucleares en su soterra. Cinco votos de los representantes del Partido Popular contra dos de los socialistas. Existen almacenes y cementerios nucleares seguros en Francia y Alemania. Hasta ahí mandamos nuestros residuos. No es cuestión de pormenorizar ventajas e inconvenientes, sino de evitar confusiones. María Dolores de Cospedal se ha mostrado indignada con la actitud de los «populares» de Yebra, que han sido coherentes. Y Javier Arenas los ha defendido. María Dolores los quiere expedientar –¿de verdad o como a Cobo?– y ha desautorizado a Javier Arenas. En este asunto, creo que la coherencia y el sentido común están instalados con mucha más holgura en la nívea cabeza del dirigente andaluz que en la creciente belleza de la portavoz castellano-manchega. Si a estas alturas de la cosa resulta que el PP se ha posicionado en contra de la energía nuclear me barrunto que sus intereses son más electorales y demagógicos que respetuosos con su trayectoria y sus electores, que la verdad sea dicha, están siendo tratados como hielos en una coctelera. Espero con interés las noticias y el desenlace. ¡Qué derechita! ¡Cojáimelas!

La Razón - Opinión

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