lunes, 30 de noviembre de 2009

La insostenible hoja de ruta de Zapatero. Por Antonio Casado

El último Consejo de Ministros dio salida al proyecto de ley de Economía Sostenible, la nueva frontera del reinado de Zapatero. Una hoja de ruta poco sostenible porque nace marcada por la falta de credibilidad. Entre otras cosas, por demorar diez años más unos objetivos ya propuestos en el programa electoral de 2004. Esa es la paradoja de un proyecto que llega con diez años de antelación y cinco de retraso. Muchas de esas medidas ya fueron anunciadas y olvidadas a lo largo del último lustro.

El PP ha sacado a relucir los planes quinquenales del fenecido orden comunista como elemento de comparación histórica. También podía haberse referido a los planes de desarrollo del franquismo, aunque ese parangón hubiera dejado muy fácil la réplica de los socialistas. En cualquier caso, ojo, mejor no tocar ahora el viejo asunto del intervencionismo del Estado y las economías planificadas para desautorizar este proyecto de Zapatero. No precisamente ahora, cuando acabamos de darle la bienvenida, como a mister Marshall, al generoso dinero del Estado -o sea, de todos- para el rescate de una economía de mercado libre que a punto estuvo de mandarnos a vivir debajo de un puente.

Otras razones, y no el hecho de que el Estado quiera apadrinar un determinado patrón de crecimiento, nos ponen en la pista de esta insostenible hoja de ruta de Zapatero. De momento, el proyecto nace bajo el peso de ese doble lastre asociado a sus planes de lucha contra la crisis económica. Por un lado, un voluntarismo el insobornable. Por otro, el camuflaje semántico. Leire Pajín, número tres del PSOE, lo clavaba este fin de semana: “Es una ley pensada para las próximas generaciones, no para las próximas elecciones”.

Catálogo de buenas intenciones de difícil verificación a lo largo del tiempo, con el objetivo declarado de cambiar nuestro modelo económico. Las buenas intenciones frente a la evolución de la economía según sus propias dinámicas: la marcha de la economía internacional, el precio del petróleo, las leyes del mercado libre, el signo de la demanda, etc. ¿Va a quedar todo eso condicionado a una hoja de ruta elaborada en Moncloa?

Por otra parte, me gustaría saber cómo los diseñadores del plan han averiguado que su aplicación costará 20.000 millones de euros y no 32.000, 15.000 o 45.350. Sería interesante conocer la caja negra de esa cifra cuando, al tiempo, el equipo de Zapatero se abstiene de cuantificar, al menos de forma aproximada, los umbrales mínimos de crecimiento, déficit público y empleo, que son los realmente nos indicarían si se están consiguiendo o no los resultados apetecidos. Así que nos quedamos sin referencia fiable para valorar la eficacia de la ley con el paso de los años.

Aparte del voluntarismo, la otra marca de la casa es el camuflaje semántico. No se entiende por qué hay que bautizar con el nombre de economía sostenible la muy tardía supresión de los defectos estructurales de la economía española, como el excesivo peso de la construcción, el déficit educativo –la formación profesional, muy especialmente-, la irritante burocracia oficial o la rigidez del mercado de trabajo ¿Es que no se pueden superar de una vez por todas esas asignaturas pendientes de nuestro sistema productivo sin necesidad de ponerle un nombre a la tarea?


El confidencial - Opinión

1 comentarios:

Anónimo dijo...

la hoja de ruta de la moncloa debe ser unos planes como un menú con comandos debe ir acompañado de una fase de recogimiento acogida o tranquilidad


como la paz no existe se come