Ha sido un auténtico atropello. Montilla -de la mano siempre con los nacionalistas- ha sacado adelante una Ley de Educación en Cataluña que establece el catalán como lengua vehicular en las escuelas de aquella Comunidad Autónoma. Por obligación. El castellano se reduce a dos horas semanales, menos de lo que se estudian las lenguas extranjeras. ¿No era el objetivo tratar a la lengua común de España como un idioma ajeno, extranjero?
La Ley ya está viento en popa y a toda vela, pese a vulnerar de raiz el espíritu y la letra de la Constitución Española. La tropelía la ha acometido José Montilla, del Partido Socialista de Cataluña, el hermano del PSOE en aquella Comunidad Autónoma. Y es este mismo Partido Socialista el que sustenta el Gobierno del que forma parte Ángel Gabilondo, el que dijo con rotundidad que iba a "garantizar lo que dice la Constitución".
Los hechos son bien distintos. Pasan las horas, los días,... y Ángel Gabilondo sigue sin poner la cara delante de una cámara de televión. Mucho menos se espera un recurso al desprestigiado Tribunal Constitucional, esa veleta política.
Sólo el Partido Popular y Ciutadans se han opuesto a tal barbaridad. Mientra Gabilondo, el incoherente ministro, sigue escondido, la única esperanza es que sea el partido de Rajoy el que frene este pisoteamiento a los derechos y las libertades de los catalanes, de los españoles, a través de un recurso al Constitucional.
¿Pero que se puede esperar de este tribunal que por omisión -conscientemente- ha dejado que se desarrolle un Estatut que le da patadas a la pobre Constitución en todo el estómago? En el tema de la libertad lingüística, por ejemplo.
Periodista Digital
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