sábado, 13 de junio de 2009

¿Y LOS BROTES VERDES?

HABRÍA que preguntarle al Gobierno de qué tamaño y de qué tonalidad dentro del verde son los brotes que desde hace dos meses divisa en medio del sombrío panorama de la crisis, porque las nuevas previsiones macroeconómicas anunciadas ayer por la vicepresidenta económica, Elena Salgado, destierran de cuajo cualquier indicio de recuperación. El Ministerio de Economía vuelve a rebajar sus cálculos para llegar a una nueva conclusión: España no crecerá hasta 2011. Tras cargar virulentamente contra el FMI, discrepar de la OCDE y poner en cuestión las previsiones de la UE, el Ejecutivo de Rodríguez Zapatero tiene que plegarse a la evidencia y aceptar que sus cuentas eran erróneas. Enésima rectificación y nuevo paisaje, sin brotes verdes, que demuestra que la imprevisión del Gobierno se ha hecho crónica. Lo malo, pese a todo, no es que el Ministerio de Economía vuelva a errar en el diagnóstico, sino que las cifras hechas públicas ayer nacen superadas por una realidad que las convierte en papel mojado.

Según Elena Salgado, el paro se situará en 2009 en el 17,9 por ciento, obviando de manera inexplicable que el desempleo en España se situó ya en abril en el 18,1 por ciento, dos décimas por encima del peor escenario contemplado por el Ejecutivo para el presente ejercicio. No parece que las previsiones del Ejecutivo, aún rebajadas de ese optimismo planetario que caracteriza al Gabinete socialista, tengan mucho que ver con los datos fehacientes del momento. Alguien debería explicar cómo es posible que si lo que pronostica el Gobierno es un deterioro del desempleo, a fin de año la tasa de paro sea mejor que la del pasado mes de abril.

En medio de este panorama, el Consejo de Ministros aprobó ayer un crédito extraordinario para afrontar las prestaciones por paro, como consecuencia del brutal aumento registrado en el último año y por la caída de los ingresos fiscales. Diecisiete mil millones de euros, un dos por ciento del PIB, que incrementa el diámetro del agujero negro de unas cuentas del Estado en fase crítica. Para tratar de compensar el gasto, el Gobierno anuncia una subida de los hidrocarburos y del tabaco para «hacer la economía sostenible», que es una curiosa manera de disfrazar el incremento de impuestos no llamando a las cosas por su nombre. Tras una serie de medidas de dudosa eficacia para combatir la crisis, finalmente se aumenta la fiscalidad.

En definitiva, el cuadro presentado ayer por el Gobierno resulta desolador, tanto como comprobar que, pese a rectificar las previsiones anteriores, los nuevos objetivos pueden ser barridos de antemano por una realidad que desmonta la retórica. Hace poco más de una semana, el Gobierno celebraba los datos del paro de mayo con entusiasmo desmedido y el PSOE realizaba con urgencia un vídeo en el que, casualmente, florecía un brote verde en vísperas de las elecciones europeas. Justo después de los comicios, se anuncia la enésima rectificación macroeconómica. Sería deseable que fuera la última, porque un país con cuatro millones de parados necesita más que nunca un Gobierno fiable que afronte con determinación y valentía un situación que se le ha escapado de las manos.

ABC - Editorial

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