jueves, 11 de junio de 2009

Resaca del 7-J: Zapatero en la complacencia y Rajoy en el desagravio

Por la boca del caballo conocemos su verdadera preocupación. La de Zapatero, seguir en Moncloa porque no ha ocurrido nada que lo impida. La de Rajoy, acabar con el ruido de pasillos y silenciar a los insumisos, que acaban de sufrir un nuevo chasco (Galicia, País Vasco y europeas) desde que en el congreso de Valencia se pusieron a preparar los funerales del jefe.

Si nos abrimos paso entre la fronda de reacciones, en plena resaca electoral del 7-J, advertiremos en la sonrisa de Rajoy el desquite respecto a quienes le apuñalaron o trataron de apuñalarle. Su primer paso no será presentar una moción de censura contra Zapatero sino organizarse en Valencia, el próximo día 20, un acto de desagravio. En eso se concentra la dirección del PP, no en la utilización del éxito para acelerar una improbable caída de Zapatero, aunque el guión oficial proclame a todas horas el agotamiento del Gobierno por pérdida de confianza de los ciudadanos.


En cuanto a Zapatero, lo vimos ayer en la constitución del subgrupo español en el bloque socialista del Parlamento Europeo, ni sombra de contrición. Ni media palabra de autocrítica. Solo recuerda que su pedestal no ha cambiado de sitio porque eso no se hace en Estrasburgo sino en la Carrera de San Jerónimo. Y que nada de complejos en el ejercicio del poder: “Haré valer con toda determinación nuestros 11 millones de votos logrados hace poco más de un año”.

Sigamos con el paisaje después de la batalla electoral a uno y otro lado de la verja. Constatamos que el PSOE huye de la autocrítica como de la peste, aunque la reclama una minoría acobardada por quienes ayer aclamaron a Zapatero. Y constatamos que los agitadores del antimarianismo (Aguirre, Aznar, Elorriaga, San Gil, Arístegui, Costa…) han perdido la memoria o están desaparecidos. Deben hacérselo mirar quienes en el PSOE corean a Zapatero y quienes en el PP critican a Rajoy.

En otras palabras, en el PSOE se echa de menos una reflexión humilde por la derrota, aunque no se ventilase su continuidad en el poder. Alguien ha de hacerse responsable del pasotismo del votante socialista. Y en el PP se deberá reconocer a Rajoy el merito de haber ido superando las trampas de sus adversarios internos, pero sin fantasear sobre las posibilidades de acelerar la caída de Zapatero ni ver este triunfo como precursor del triunfo en las generales de 2012. También en las municipales de 2007 ganó el PP a escala nacional y, sin embargo, un año después, perdió las generales por 3,5 puntos.

Así que relamerse no viene a cuento. No se dan las condiciones para anticipar la batalla. Faltan casi tres años. En cambio, sí se dan las condiciones para que los socialistas analicen las razones de su decadencia en las urnas y el hecho comprobable de que su distancia electoral respecto al PP no ha hecho más que acortarse desde el 14 de marzo de 2004 en elecciones de recuento a escala nacional. Perder unas elecciones europeas es como perder en las encuestas. Es verdad. Pero el batacazo ha sido muy significativo. Es muy difícil, por no decir imposible, encontrar algún punto de la geografía española donde el PSOE haya subido en votos respecto a las europeas de hace cinco años ¿Sólo por culpa de la crisis económica?

En Ferraz están a la espera del estudio post-electoral encargado a los expertos. Entre las hipótesis previas que se manejan, solo hay una que causa verdadero pánico: que se haya producido trasvase de voto del PSOE al PP. No parece, en principio, pero no se descarta.

el confidencial

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