lunes, 18 de mayo de 2009

CRISIS «MADE IN SPAIN»

LOS datos son incontestables: la caída de la actividad de la economía europea que acaba de revelar la UE es la más brusca desde la II Guerra Mundial y en este sentido las diferencias entre países son prácticamente de matiz, aunque cada cual expone sus puntos débiles particulares; como es el caso de España, donde esa caída se ha trasladado de una forma más dramática al desempleo. Es decir, la crisis económica tiene un factor externo, internacional, que afecta de modo general a todos, pero España se ha revelado como una estructura particularmente vulnerable para la destrucción de puestos de trabajo. Ni en Alemania, que ha sufrido un retroceso histórico del 3,8 por ciento, o Italia con más de 5 puntos de caída, se encuentran paralelismos con la velocidad con la que en España aumenta la cifra de parados, cuando la tasa interanual se ha desplomado un 2,9 por ciento y tres de cuatro nuevos parados europeos son españoles. Es evidente que las características de nuestra economía contienen males específicos que no se pueden achacar a la evolución internacional o a las gestiones ajenas a nuestro esquema productivo.

Lo que dicen en suma los resultados de la economía europea es que el Gobierno de Rodríguez Zapatero no ha logrado consolidar los beneficios de la herencia económica que recibió ni ha sabido aprovechar los años de vacas gordas para cambiar aquellos elementos que -como se ha demostrado ahora dramáticamente-siguen fragilizando específicamente nuestro mercado de trabajo. Las reformas que debieron haberse llevado a cabo no se han hecho y la destrucción acelerada del empleo que estamos viviendo demuestra claramente que eran necesarias; seguir con el modelo que nos ha llevado hasta aquí es un suicidio.

Naturalmente, cuando alguien no quiere buscar la respuesta a los problemas en su propia conducta, se limita a culpar a los otros. Pero después de más de cinco años al frente del Gobierno, ese no parece un pretexto razonable para Rodríguez Zapatero. En cinco años, había tiempo de sobra para haber llevado a cabo los cambios que una ventajosa situación económica hubiera permitido hacer sin traumas, y pese a ello, el Gobierno socialista prefirió dormirse en los laureles. Los datos fríos dicen que los cambios siguen siendo imprescindibles, aunque el Gobierno se empeña en mantenerse dentro de los esquemas que nos han llevado a esta crítica situación.

ABC - Editorial

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