viernes, 17 de abril de 2009

LA “POLITICA EXTERIOR” DEL GOBIERNO CATALAN ( II)

Talleres de crema catalana, verbenas, conferencias sobre la Virgen de Montserrat o cursos para bailar sardanas. En eso consiste la política “exterior” del gobierno regional catalán, cuyo presupuesto costean con todos los ciudadanos.

Es bien conocido que en muchas partes del mundo viven ciudadanos catalanes y que algunos de ellos se reúnen para celebrar tradiciones catalanas. Sin embargo, lo que tal vez no es tan conocido es que estas fiestas de catalanes en el exterior las están pagando todos los ciudadanos que viven en Cataluña.

Desde el año 1996, los sucesivos gobiernos catalanes han financiado con dinero público cualquier grupo, entidad o asociación en el mundo que se autodenomine catalana o de origen catalán. El objetivo de esta política no esconde ninguna sorpresa: se trata de mantener una red de centros catalanes para que promuevan “la lengua y la cultura catalanas” en el exterior.


Esta política la inició CiU en 1996 con la aprobación de la ley 18/1996, la cual declara las llamadas comunidades catalanas en el exterior “objeto de protección y apoyo” por parte del gobierno catalán.

Desde entonces, estas comunidades en el exterior han sido un objetivo importante para los sucesivos gobiernos catalanes, tanto de CiU primero como del tripartito de izquierdas después. Desde 1996 se han promulgado dos decretos (el decreto 118/1998 y dos años más tarde, el decreto 357/2000) con la idea de reforzar la cobertura legal para el apoyo económico a estos centros.

Desde 2006, cuando el segundo tripartito empezó a gobernar en Cataluña, el apoyo económico a las entidades de catalanes en el mundo –también llamados casals- ha subido de rango. Hoy es la segunda gran área de la “acción exterior” del gobierno catalán. La primera área, más conocida, es la creación de una red de delegaciones exteriores para que actúen como “embajadas catalanas” (véase La “política exterior” del gobierno catalán (I)).

El infatigable director de esta política exterior no es otro que el vicepresidente Josep-Lluís Carod-Rovira. Desde la Secretaría de Asuntos Exteriores, Carod maneja a su antojo un presupuesto que se eleva a 67 millones de euros sólo para este año, y que se dedica íntegramente a “proyectar Cataluña en el mundo”. Como no podía ser de otra manera, esta política cuenta con el apoyo unánime del nacionalismo catalán.
Para promover los casals no se escatiman esfuerzos económicos. Actualmente ya disponemos de los datos sobre las subvenciones que recibieron estas entidades de catalanes el año pasado. Según el DOG 5250, recibieron un total de 2.510.432 millones de euros sólo durante el primer semestre del año 2008, es decir, del 1 de enero al 30 de junio.

Y si no hubiera suficiente, para la segunda mitad del año 2008, se les dio un total de 2.095.866 millones de euros. Esta cantidad ni siquiera cubre toda la segunda parte del año. Según el DOGC 5299 se otorga esta cantidad para el periodo comprendido entre el 1 de julio y el 30 de setiembre. Sólo para tres meses, la friolera de 2.095.866 millones de euros.

Así, sin que ello sea muy conocido, los ciudadanos hemos regalado 4.606.298 millones de euros a catalanes en el extranjero para sus reuniones y sus fiestas y todo ello sólo durante los nueve primeros meses del año 2008.

Con ligeras variaciones, éste es el presupuesto que se destina anualmente a esta partida. Actualmente ya ha salido la primera convocatoria para las ayudas del año 2009.

En las diferentes convocatorias encontramos cinco conceptos en base a los cuales las entidades pueden pedir subvenciones: para el funcionamiento ordinario de sus sedes, para actividades de promoción del catalán y la cultura catalana, para actividades extraordinarias, para ayudas sociales a sus miembros y para rehabilitación y obras en las sedes. Todos los casals reciben subvenciones por varios conceptos.

La ley 18/1996 declara textualmente reconocer la “catalanidad” de ciertos grupos de personas residentes en el exterior y en consecuencia, les otorga derechos, uno de los cuales es recibir subvenciones.

Actualmente, hasta 117 comunidades catalanas en el exterior son reconocidas por la Generalidad. La larga lista incluye, entre otras, a los centros catalanes de Buenos Aires, Caracas, Marsella, Bruselas, Quebec o Melbourne. Parece ser que esta “catalanidad”, además, se hereda: en Uruguay, por ejemplo, hay un casal que se denomina Asociación de empresarios de ascendencia catalana en Uruguay.

¿Qué hacen estas comunidades? ¿Cuál es esta función tan importante que realizan? Veamos algunos ejemplos: el Casal Catalán de Vancouver, para citar uno de ellos, organiza un taller de crema catalana y una exposición para celebrar el 800 aniversario del nacimiento del rey Jaime I.

El Casal Virolai de Querétaro (México) organiza anualmente la verbena de San Juan, celebra el día de la Virgen de Montserrat y da conferencias sobre Cataluña.

Por su parte, el Círculo Catalán de Marsella, ofrece cursos de catalán y cursos de sardanas, da charlas en institutos sobre historia de Cataluña y España, y el año pasado participó en la Feria de Artesanos de Marsella a la que invitó a artesanos catalanes.

Finalmente, el Centro Catalán de Escocia programó para su décimo aniversario una cantada de habaneras, una muestra de platos catalanes y un baile popular escocés.

Para la Secretaría General de Asuntos Exteriores, las cosas van viento en popa. No en vano, uno de los logros de la “acción exterior” es que el 11 de Setiembre, día nacional de Cataluña, ya es celebrado por más de 30 casals del mundo “con cantadas de habaneras, muestras de cocina catalana, bailes de sardanas y conciertos de canto coral”. Estas son las altas miras de la proyección internacional de Cataluña.

Como no es de extrañar, la lista de comunidades catalanas va en aumento. Cualquier catalán o descendiente de catalanes en el exterior puede formar una entidad y solicitar dinero al gobierno catalán para que financie sus actividades. El último caso registrado es el Casal Catalán de Islandia, abierto en octubre pasado. Su presidente, Xavier Rodríguez, explica en la entrevista que le realiza el Boletín 6 del Departamento de la Vicepresidencia, que sin el dinero del gobierno catalán no podrían sobrevivir. En la entrevista, no hay mención del número de socios que tiene este centro en Reykiavik.

Otros presidentes entrevistados para el Boletín también admiten que el único dinero que reciben es de la Generalidad, y, naturalmente, hacen un llamado a que este dinero siga llegando.

La “política exterior” del gobierno catalán no se limita a apoyar económicamente los casals y a abrir delegaciones exteriores. Incluye otras partidas destinadas a políticas identitarias, como la promoción de selecciones deportivas catalanas para que sean aceptadas por las respectivas federaciones internacionales.

Finalmente, el dinero también alcanza para decisiones sobre la marcha. Por ejemplo, durante su reciente viaje a Ecuador, la última ocurrencia de Carod-Rovira fue regalar un millón de euros a los ecuatorianos “para la defensa de las lenguas indígenas”.

Como no es de extrañar, los medios de comunicación en Cataluña callan sobre todo este despilfarro. Ni siquiera el estrafalario regalo, en plena crisis, del vicepresidente a los ecuatorianos ha provocado la crítica de la prensa catalana.

Ninguno de los grandes medios en Cataluña crítica jamás las políticas identitarias del gobierno catalán. En cuanto a las subvenciones a los casals, la prensa catalana incluso las apoya: todo lo que sirva para “promocionar la lengua y la cultura catalanas en el mundo” es bueno. Y punto.

Puede que sea bueno para Cataluña que se coma pan con tomate en Buenos Aires y se bailen sardanas en Bruselas, pero claramente todo ello no tiene ninguna utilidad para los ciudadanos de Cataluña. Más bien a éstos lo único que les toca es pagar y callar.

Economía y Nacionalismo

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