martes, 24 de febrero de 2009

Ana y Gibraltar. Por (AUTOR)

Cuando una mujer se monta un plan y no se lo anuncia a Mamá y Papá, es que hay gato encerrado. Pero me preocupan los monos, sinceramente

La princesa Ana de Inglaterra visitará a primeros de marzo Gibraltar. El Partido Popular ha pedido al Gobierno que actúe, impidiendo la visita. Cada cinco años, la misma monserga. Creo que le concedemos excesiva importancia a este tipo de visitas. A mí, personalmente, que me repatea la existencia de una colonia inglesa en suelo español, que la visite o la deje de visitar Ana de Inglaterra me trae al pairo. Lo siento por los monos, exclusivamente. Ni los gibraltareños van a sentirse beneficiados por la presencia de esta señora tan peculiar, ni los españoles debemos considerarnos ofendidos por su breve estancia en la Roca. Gibraltar se ha convertido en un paraíso fiscal y en la sede europea del blanqueo de dinero proveniente del narcotráfico. La que queda mal es ella.


Pero se trata de un problema de elección moral y ética, en el cual ni el Gobierno de España, ni la Oposición ni los españoles tenemos opción de voz para el consejo y la recomendación. Además, ni en la Casa Real británica ni en el «Foreign Office» se ha comentado el viaje, lo que deja abierta la sospecha de que se trata de pasarlo bien un par de días. Cuando una mujer se monta un plan y no se lo anuncia a Mamá y Papá, es que hay gato encerrado. Pero me preocupan los monos, sinceramente. En Gibraltar existe la única especie de primates de Europa. La mona de Gibraltar, introducida por los españoles. Las monas de Gibraltar, que viven en el Peñón, la gran Roca, saben de sobra que constituyen el principal atractivo turístico de la colonia. Posan y se mueven ante las cámaras con una soltura envidiable. Científicamente es conocida como «Macaca Sylvana», y como de todos es conocido, es un mamífero del orden de los primates, suborden de los antropoides y familia de los cercopitécidos. La mona de Gibraltar no tiene cola y es de genio imprevisto. En 1922, un macho cascarrabias, se comió la pamela de Lady Murroy ante la indignación de Lord Murroy, que la había pagado. En 1922, eran los hombres los que pagaban las pamelas de sus mujeres, curiosamente. De vuelta a Londres, Lord Murroy escribió un alegato contra las monas de Gibraltar con el título «Las monas me dan asco» que fue muy comentada en aquellos tiempos. Pero la característica más acusada de la mona de Gibraltar es su proclividad al susto. Hay que acercarse a ellas pacientemente, sin efectuar movimientos bruscos, ganándose su confianza. Y eso es lo que me preocupa de la visita de la princesa Ana de Inglaterra, que es impaciente, brusca y dueña de un tono de voz estremecedor. En la última visita de Ana de Inglaterra a Gibraltar se despeñaron catorce ejemplares, que prefirieron caer al vacío a ser fotografiados por una enorme zanahoria precipitada y parlanchina. Cada vez que la princesa Ana visita Gibraltar, la especie «Macaca Sylvana» se coloca al borde de la extinción. De ahí que no merezca la estancia de la princesa pelirroja la atención política o diplomática, sino científica. Tengo entendido que en España hay una asociación de «Amigos de los Monos», o algo parecido, que habría de ser la encargada de manifestar su discrepancia con la Real visita. O eso, o que las autoridades gibraltareñas obliguen a la princesa a subir por la Roca con un pañuelo anudado a la cabeza y un esparadrapo en la boca. Por lo demás, que se lo pase guachi.

La Razón - Opinión

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