lunes, 10 de noviembre de 2008

El republicano Carretero cobró durante casi 2 años como codirector de un hospital que aún no existe

El pasado 27 de octubre, el nuevo presidente regional del Camp de Tarragona de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), Albert Pereira, se despachaba a gusto contra el presidente del Parlament, Ernest Benach, por su «ostentación» y «lujo» al haber gastado algo más de 9.000 euros en un televisor, un escritorio a medida y un reposapiés en el coche oficial. El artículo fue publicado en la web oficial de Reagrupament.cat, la corriente crítica que lidera el ex conseller de Governació, Joan Carretero, de quien Pereira fue director general de Administración Local.

El dirigente crítico terminaba su artículo con una frase lapidaria: «La dignidad no tiene nada que ver con el lujo ni con la ostentación, a la dignidad no le hace falta viajar en limusina». Algunos hechos, sin embargo, hacen añicos su teoría de la supuesta austeridad de Carretero, a pesar de algunos significativos gestos de contención de gasto dentro del Departament de Governació mientras estuvo a su frente, es decir, desde diciembre de 2003 hasta abril de 2006.

Su tempestuosa salida del gobierno que entonces presidía Pasqual Maragall -Carretero fue el conseller que criticó abiertamente a José Luis Rodríguez Zapatero acusándole de demagogo, lo que certificó su defenestración- le hubiera permitido vivir los siguientes dos años con el 80% del salario de conseller, en aquel momento situado en algo más de 120.000 euros brutos anuales.

Sin embargo, el dirigente republicano, médico de profesión, optó por volver al trabajo. Hasta aquí todo normal, aunque, con el cambio, quien más se resentía era su bolsillo. «El sueldo le parecía poco», dice una fuente que vivió de cerca todo el proceso.La solución fue fácil: además de su sueldo como médico, se le daría un complemento de 32.000 euros.

«Quien movió el asunto fue el entorno del presidente Maragall, que medió ante el Institut Català de la Salut (ICS) para buscarle un acomodo», reconoce una fuente de ERC. Sin embargo, Carretero se movió personalmente para atar el tema. «Intentó que el responsable del ICS, Carlos Manté, le nombrara gerente del CAP, pero no pudo ser, porque el gerente era bueno, lo estaba haciendo muy bien y no se hubiese entendido su cese para poner al ex conseller. Después, intentó que le nombrara presidente de la comisión del hospital transfronterizo, pero al final sólo pudo ser nombrado codirector porque la Administración francesa tenía también derecho a nombrar a otra persona». En su partido, la maniobra sentó como un tiro. «Lo primero que hizo fue atacar ferozmente el tema del sueldo del 80% de los consellers cuando éstos cesaban, pero por otro lado se aseguró un salario bruto anual superior incluso al que cobraba como conseller», afirma una fuente oficiosa de Esquerra.

Si los números son como el algodón, los de Carretero no pueden ser más expeditivos: 97.739,11 euros de sueldo como médico de atención primaria en Puigcerdà, su localidad natal, y 32.000,04 euros más como codirector del plan hospital transfronterizo de la Cerdanya, un centro que se ha comenzado a construir recientemente y que se espera que esté acabado en 2010. En total, pues, Carretero pasó a tener un salario bruto de casi 130.000 euros cuando cesó en su cargo de conseller.

Otra cosa, sin embargo, era el trabajo a realizar. Fuentes de la administración sanitaria subrayan que el ex conseller republicano se reintegró con una «categoría a extinguir»: su horario de trabajo como médico son 2,5 horas diarias; como codirector del proyecto de hospital transfronterizo, la faena era mínima, ya que no estaba en marcha y no representaba una carga laboral.

En cuanto a su horario, según las fuentes consultadas, todo es correcto. En 2006, el ICS intentó que el puñado de médicos con derecho a trabajar sólo 2,5 horas al día elevasen este horario hasta las 6,5 horas e incluso se publicó un decreto. Un recurso de los médicos acabó con el tema en el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC), que dictaminó a favor de los galenos el 12 de junio del 2008. Por tanto, Carretero tenía derecho a cobrar su sueldo -compuesto de salario, antigüedad y complemento de 62.000 euros- y a reducir su jornada hasta las 2,5 horas. En cuanto al complemento que le buscaron, la cosa cambia.

Su problema dinerario se solucionó al nombrarle codirector del proyecto del hospital transfronterizo de la Cerdanya, que todavía es una utopía. En este proyecto estaban interesadas la administración francesa, la Generalitat y el ayuntamiento de Puigcerdà, que cedió los terrenos para su construcción. Las obras empezarán a finales de 2008 y está previsto que terminen a finales de 2010.La consellera de Salut, Marina Geli, presentó en agosto pasado el proyecto al consell comarcal: costará 31,6 millones de euros a la Generalitat, tendrá 68 camas y dará servicio a unas 35.000 almas. En 2006, cuando Carretero entró en el proyecto, la previsión era una inversión de 15,6 millones de la Generalitat y 10,4 millones de la administración francesa.

Unos meses antes del congreso de ERC, sabedor de que alguien estaba hurgando en sus emolumentos, Carretero renunció al cobro del suplemento de 32.000 euros alegando que el proyecto se había retrasado mucho. Lo cierto es que, según fuentes internas de Esquerra, algún rival estaba dispuesto a airear la situación económica de Carretero en la precampaña del congreso de ERC de junio. Para conjurar el tema, colgó en la web de Reagrupament.cat una escueta nota con su salario durante el año 2007. En mayo, invitó a los demás candidatos a hacer también públicos sus salarios.Todos los intentos de este diario por obtener la versión de Joan Carretero sobre estos hechos resultaron inútiles. Tras intentar hablar con él a través del partido y del CAP de Puigcerdà, la única respuesta fue que «el señor Carretero no puede atenderles».

Lo cierto, sin embargo, es que la mínima dedicación laboral de sus tareas como médico le pudo permitir preparar con comodidad la campaña a la presidencia de ERC en el congreso que tuvo lugar en junio. Aunque no ganó -ni siquiera cumplió las espectativas-, sí pudo situar con claridad la fuerza real interna de su corriente crítica frente a la línea oficialista del partido. Sus rivales Joan Puigcercós y Josep Lluís Carod-Rovira temieron, por algún tiempo, que Carretero podría llegar a hacerles perder las elecciones en el cónclave.

Un espartano en la corte de Governació

La etapa de Joan Carretero en Governació dejó huella por las espartanas condiciones que impuso a su equipo. Según Albert Pereira, a quien nombró director general de Administración Local, el primer enfado de Carretero fue cuando le dieron sus tarjetas de conseller, ya que consideraba este gasto un «dispendio innecesario». Al mismo tiempo, eliminó la figura de cap de protocol que tienen todos los departamentos.

El republicano hizo reducir el parque de coches oficiales y llevaba a sus colaboradores en su propio automóvil -normalmente, un asesor y una persona de prensa-. Pereira también afirma en su 'web' que, para no tener que viajar diariamente a Puigcerdà (a 160 kilómetros de Barcelona), se hizo instalar una cama en un anexo de su despacho. Con ello, además, se ahorraba el pago de un hotel.

En el 2006, cuando se restringieron las horas extras de los chóferes, llegó a conducir el automóvil oficial en sus visitas a algunos municipios en lugar de alquilar coches con conductor, como otros consellers y altos cargos. Luego, sustituyó algunos coches de la conselleria por dos utilitarios que podían coger sus altos cargos.

Además de no realizar ninguna comida oficial con cargo al presupuesto de la Conselleria, los miembros de su equipo comían con él en la sede de Governació y se hacían subir el menú de 8,50 euros de un bar cercano. Cada uno pagaba su menú.

Los gastos de publicidad y propaganda también fueron rcortados, lo que generó en 2004 un ahorro de 2 milones de euros respecto al 2003. A finales del 2005, según Pereira, el ahorro presupuestario «en diversas partidas de gastos corrientes» fue de más de 7 millones de euros, que sirvieron «para crear un fondo para municipios pequeños». Alrededor de 500 ayuntamientos recibieron estos fondos.

La austeridad en la Conselleria, no obstante, contrasta con la opulencia salarial posterior. «Si hacemos cuentas, Carretero cobra cada hora de trabajo casi 240 euros. Un auténtico chollo», ironiza un colega médico.

El Mundo

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