viernes, 24 de octubre de 2008

Loquillo sigue en pie

“Llámale cuestión política o lo que sea, pero en Cataluña si eres un artista que no perteneces al pesebre, mal asunto. Y el pesebre es grande y chupan muchos de él”

De negro. Tupé. No hacen falta glosas: Loquillo, hijo del barrio obrero del Clot, habla de Barcelona, su ciudad, en la que no vive desde hace años. Ahora reside en San Sebastián. Se siente como si le hubieran borrado de la lista: está dolido y no lo oculta. Por suerte, no se muerde la lengua. "Aquí se tiene una imagen de mí muy unida a los ochenta porque a partir del 92 mis discos desaparecieron de la radio. Hay gente que piensa que ya no me dedico a esto. Es más, te vas al interior de Cataluña y creen que me retiré hace años porque no existo", lamenta el rockero, de paso por la capital catalana para presentar Loquillo, leyenda urbana, un documental de Carles Prats con el que hoy se inaugura el festival In-Edit.


En el vestíbulo de un hotel, algo agobiado porque la normativa no le permite fumar -"qué moda de mierda"-, sigue en plan guerrero: "Uno tiene cierto cariño a su tierra y lo mío sólo es un ejemplo más. Hay grupos actuales que siguen teniéndose que ir de aquí para poder grabar y hacer giras. Han pasado casi 30 años desde que nos fuimos a Madrid para grabar porque las compañías que estaban en Barcelona se habían mudado allí. Se largaron. Eso no ha cambiado y eso es lo duro". Loquillo habla sin rabia, como el que ya lo tiene asumido. "Lo duro es, también, que existan muchos festivales modernos en Barcelona, la mayoría subvencionados, mientras que se cierran los pequeños locales donde los chavales empiezan a tocar. Eso incide y va a dejar dentro de poco a esta ciudad sin nada. Nos montarán el superfestival de techno, pero, ¿dónde está el talento de aquí?".

Si se cierran los ojos, parece que se esté escuchando a ratos a uno de los autores de Odio Barcelona (Melusina), que le ha encantado. "Se ha trabajado de cara a la imagen de la ciudad y no a favor de su talento. Eso es lo que ha hecho que me haya ido, que Sabino Méndez viva en Madrid, que Carlos Segarra, de Los Rebeldes, también se largara... Hay cosas... Por ejemplo, que se haya tardado tanto tiempo en hacerle un homenaje a Sisa... ¡Qué vergüenza! ¡Vaya morro! Recordar ahora a Ocaña, tan tarde... ¿Somos gilipollas o qué pasa? Cualquier ciudad española que tuviera a esos dos artistas nos habría vendido su trabajo desde hace 25 años. Es lo que ha hecho Madrid con la movida. Nos queremos muy poco: somos muy snobs para unas cosas y demasiado provincianos para otras".

Como consuelo ante la falta apremiante de nicotina, Loquillo apura una cerveza. Mantiene su tonillo punk, que otros catalogan de macarra. Público no le falta. Lo demostró hace poco en un abarrotado concierto en el Auditori. Su cabreo no es con la gente de la calle, sino con el tinglado oficialista. Parte de sus seguidores, sin embargo, no le ha perdonado el cambio de registro: aunque ahora cante a poetas, quieren seguir escuchando el Cadillac solitario. Es decir, la nostalgia por los Trogloditas, consumidos por las disputas y por las drogas duras, aunque él presuma de no haberse metido nunca "un pico". Añoranza también por una época salvaje, en la que salían a navajazos de sus conciertos madrileños en Rockola. O lo que es lo mismo: la dosis necesaria de leyendas.

En cualquier caso, su futura marcha ya la anunciaban aquellos trenes que veía pasar por las vías del Clot. "Cuando me preguntan de dónde soy siempre contesto que barcelonés del barrio del Clot. No digo ni catalán, ni español. Ésa es mi identidad. Y me gustaría que en mi ciudad se reconociera el trabajo de gente que se lo merece, como Peret. Si no se respeta el legado que hemos recibido, es que algo falla en el Ayuntamiento de Barcelona y en el Departamento de Cultura de la Generalitat. Fallan, y mucho, al no querer dar importancia a una cultura distinta de la que ellos creen". Por si no queda claro, remacha combativo: "Llámale cuestión política o lo que sea, pero en Cataluña si eres un artista que no perteneces al pesebre, mal asunto. Y el pesebre es grande y chupan muchos de él. Los artistas del régimen siguen existiendo, aunque ahora sean socialistas. Pero, en el fondo, no hablo de ningún partido, porque lo hacen todos".

-En definitiva, que no piensa volver...

-No. Mi generación está dolida. Pero lo importante es la gente que empieza.

El País

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