miércoles, 16 de enero de 2008

Rajoy quiere ganar

Hay muchas cosas interesantes en el fichaje de Manuel Pizarro por Mariano Rajoy, pero ya tendremos tiempo de comentarlas en esta campaña electoral que puede hacerse interminable. Sin embargo, hay que señalar algunas que, aunque difusas, están en el ambiente y explican el impresionante efecto que ha tenido en la opinión pública.
A mi juicio, lo más importante es que Rajoy consolida un liderazgo político en la derecha española que estaba implícitamente cuestionado en los sectores más liberales de la base del PP y abiertamente discutido en lo que podríamos llamar el bando capitulacionista, cuyo caudillo y símbolo es Gallardón. Bando éste prácticamente inexistente en la base de un partido mayoritariamente aznarista y esperancista, pero importante y significativo en la vieja guardia de los altos cargos y en esa burocracia partidista que se da en el PP como en todos los partidos políticos y que tiene como rasgo ideológico esencial el hambre de poder y la incontrolable compulsión a pastar como sea en el Presupuesto.

Si Pizarro acepta ir con Rajoy a las elecciones no es sólo porque ve posible la victoria en marzo, sino porque ve indiscutible la necesidad de un PP fuerte en la vida nacional. Y en la medida en que se trata del partido dirigido por Rajoy, ese escolta de lujo en la lista por Madrid refuerza extraordinariamente el liderazgo actual. Justo al revés de lo que sucedía con Gallardón, cuya mera presencia en la lista suponía la derrota o la escasez política de Rajoy y apostaba abiertamente por su sustitución.

Todo lo que vale Pizarro lo aporta a la candidatura rajoyesca. Todo lo que pueda valer Gallardón lo resta. Esa es -o era- la gran diferencia. Si será importante la presencia de Pizarro en la lista de Rajoy que ya da igual que en ella vaya o no vaya Gallardón, al que, por cierto, Pedro Jota, con mucho sentido común, ha aconsejado que se deje de enredos y no ponga al partido en la tesitura de tomarlo o dejarlo, porque ya una vez se empeñó en que lo tomara, probó su musculatura de líder contra Esperanza Aguirre y cosechó en el PP de Madrid (casi 100.000 militantes, uno de cada siete u ocho de los 740.000 que tiene en toda España) el mayor fracaso interno que se recuerda.

Con todo lo que tenga de importancia en lo material, el fichaje de invierno de Pizarro tiene un valor psicológico todavía superior y es el de que Rajoy no sólo puede sino que quiere ganar. No son pocos los que han comentado estos últimos meses que en el PP se advertía, entre tanta blandenguería electoralista, una especie de miedo a ganar, porque las dificultades a que se enfrentaría un Gobierno del PP serían enormes. Con lo de Pizarro, está claro que Rajoy quiere ganar. Y esa convicción es ya media victoria.

FEDERICO JIMENEZ LOSANTOS

1 comentarios:

Anónimo dijo...

A FJL le cuesta concluir teóricamente con las premisas que él mismo sostiene y eso nos pasa a muchos.

El PP ha dado demasiadas muestras de su incapacidad política ante el permanente desguace nacional para ahora ver un milagro en lo que es una decisión vulgar que además está bajo la sombra del órdago de Esperanza.

Ojalá acierte FJL, pero más parece un deseo sentimental que un corolario coherente y sensato. Mejor que lleve razón.