miércoles, 16 de enero de 2008

Pizarro, un español

Tiene electorado propio. No vivió más que para él durante el larguo pulso con los «catalanes». Les mantenía informados al segundo, les convocaba, les reunía. Daba mítines empresariales. Los ciudadanos accionistas. Fue la suya una batalla que deberá figurar en los libros si es que lo bursátil pretende tener algo que ver con la literatura. Épica, por cierto. Los comportamientos de Pizarro tenían que ver con un nuevo tipo de epopeya y sus huestes con un ejército tan real como invisible. Pizarro y la lucha por Endesa pertenecen ya a la mítica de los tiempos electrónicos. Por eso los «catalanes» no fueron capaces de entenderle. Por el apellido le consideraban un conquistador. Por su forma de resistir, un numantino. Perteneciente a una raza de seres en extinción si no ya desaparecida.

Porque todo comenzó cuando los señores de la Caixa pensaron que Pizarro tenía la pasta que todos los altos ejecutivos. El único problema era conocer su precio. La sorpresa llegó cuando les colgó el teléfono. Pizarro era alguien que no quería saber cuál era su precio. Los señores del Gas Natural y de la Caixa pensaron que estaban ante un caso raro. Un español. No sabían que quedaban algunos: austeros, realistas, parcos, sobrios, desinteresados. ¿Qué hacer? Un asesor del PSC que había hecho filología les recomendó la lectura de «Los españoles en la historia y en la literatura», de Menéndez Pidal, pero eso les desanimó más. Se encontraban con alguien que respondía a unos clichés viejísimos y sobre cuya ascendencia había una gran polémica. ¿Podían advertirse en Pizarro rasgos propios de los godos, o pertenecía ya a las nuevas levas de las gentes que habían incorporado maneras de ser provenzales y en cierto modo catalanas? Los ejecutivos que habían puesto sus ojos sobre el pastel Endesa terminaron por tirar la toalla. Estaban ante alguien que ahora comienza a comprender. Al decidirse por la política comienzan a entender que para Pizarro la Bolsa y la vida tienen que ver con algo tan indiscutible como es la Nación, o sea, España, y que él sigue perteneciendo a un género en extinción pero no extinguido. O sea, los españoles.

CÉSAR ALONSO DE LOS RÍOS
ABC, 16-01-2008

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente elección, y excelente artículo.