lunes, 3 de diciembre de 2007

Abucheos y amenazas. Por Hermann Tertsch

No me parece que tenga mayor importancia que doña Sonsoles, la mujer del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, no pudiera acompañar este domingo a su marido al tristísimo trance de asistir al funeral del Guardia Civil Raúl Centeno en el Cuartel General de la Benemérita en la madrileña calle de Guzmán el Bueno. Aunque una semana antes sí pudiera interrumpir el fin de semana familiar para acudir a la cuchipanda-mitin de proclamación de su marido como candidato Z del partido Z. Aunque las mujeres del Rey y del Príncipe de Asturias, Doña Sofía y Doña Letizia, con agendas que se sepa más apretadas, estuvieran en aquel patio de armas y de honor y ayer de tristeza. Tampoco debe preocupar demasiado que entre el público asistente hubiera quien perdiera los nervios o incluso fuera a provocar e insultara al jefe de la organización Z y lo llamaran, como decía ayer TVZ, «traidor». Nadie puede exigir, en momentos de tanta rabia y emoción, tanta disciplina a civiles, muchos ancianos y volubles, como a los militares. Y a nadie le debiera sorprender que son muchos los que acusarán siempre de todos los males y desgracias de esta legislatura a un presidente que desde un principio ha gobernado para unos españoles y en contra de otros, rompiendo así la voluntad manifiesta de sus antecesores de presidir un Gobierno para todos los españoles.

Sí preocupa que desde que concluyó el funeral y durante todo el día en la televisión pública que, eso sí, pagamos todos los españoles, en TVE y en el Canal Internacional se lanzara durante todo el día al viento la afirmación de que «se cree que pudieron ser miembros de la Asociación de Víctimas del Terrorismo». Muy perspicaces investigadores o perfectos reporteros tribulete llegaron a la conclusión de que sólo miembros de la AVT pueden llegar a pensar mal del presidente y a manifestarlo públicamente con abucheos y gritos de mejor o peor gusto. Pero ni realidad es tan simple como los análisis del presidente ni la toxicidad en la sociedad es la de la TVZ. De hecho hace bastante tiempo que Zapatero no puede pasearse en público fuera de los mítines de su partido sin escuchar abucheos. Ni escondiéndose tras el Rey lo ha logrado. Y no podrá volver a hacerlo nunca si no se le otorga el poder en la próxima legislatura para incluir el silbido y el vituperio a su persona en el código penal. Sin duda piensa en ello.
Pero los cada vez más abiertos y obscenos propósitos de criminalizar a quienes se oponen a Z y a su entorno sectario sí debieran alarmar a todos quienes quieren que la democracia española tenga también más allá de los comicios -si los adelantados idus de marzo le dieran a Zapatero la capacidad de gobernar- la calidad que aun la homologa con las sociedades libres europeas. Ya hay partes de este país en que no es así y lo saben aquellos que intentan hacer oposición real a los regímenes del País Vasco o Cataluña, de Galicia o Andalucía. Pero los intentos de criminalizar a quienes no acatan los proyectos de Míster Z comienzan a adquirir visos de operación general a medio como ha demostrado tanto la denuncia contra el presidente de la AVT, José Alcaraz, como el despliegue masivo de infamias y basura que los medios obedientes o aliados con el gobierno vierten contra la AVT, el Foro de Ermua y todo aquel que no comulgue con sus cada vez mayores mentiras.
Debiera entender el presidente del Gobierno y sus muchas televisiones y periódicos adeptos que puede ser un arma de doble filo su política de ridiculizar e intentar destruir en su prestigio civil y reputación social a los adversarios que se han situado irrevocablemente junto a las víctimas en su oposición a que la España institucional busque componendas con los asesinos. Y que por poderosos que se sientan, la escalada a la que se lanzan ellos y sus obsequiosos e interesados amigos comienza a ser motivo de escándalo, dentro y fuera de España. Debiera entender el presidente que no basta con poner cara de enfadado por la muerte de Raúl Centeno cuando ha acumulado en una legislatura mil gestos de desprecio hacia los familiares de los 205 guardias civiles que murieron antes que él y de los centenares de policías, militares y civiles que cayeron bajo las balas y bombas asesinas de quienes él y su partido -Pachi López pidiendo comprensión hacia sus razones- han elevado a interlocutores y socios para dibujar una España muy distinta a la que nos dimos con la constitución de 1978. Debiera entender este presidente que si sus gentes y negociadores encontraron razones para el terrorismo de ETA y los han legitimado objetivamente durante esta legislatura, haya españoles, viudas, madres, hijos de víctimas, amigos o simples compatriotas solidarios que se desahogan llamándole «traidor». Que sean de la AVT -dígaselo a su tele- no les quita derecho a expresarse. Lo multiplica por mil.

ABC - Opinión - 03/12/2007

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