jueves, 1 de noviembre de 2007

Boadella: Extracto del Libro "Adios Cataluña" Primer Congreso de Ciudadanos

Extraído del libro de Albert Boadella, «ADIÓS CATALUÑA», reseñando el primer Congreso de Ciutadans y otras "perlas".

«Reinaba un caos absoluto y a medida que pasaba el tiempo podía ocurrir cualquier cosa. Traiciones, deslealtades, intrigas y toda clase de maniobras propias de los congresos se sucedían allí a ritmo vertiginoso, de tal manera que no conseguías estar nunca al corriente del último contubernio. Cualquiera podía ser el líder, y esta posibilidad instigaba las soterradas ambiciones de los arribistas, los cuales no daban abasto a situarse en todos los corros. No había ni la más ligera sombra de autoridad, y sacar el careto por aquellos locales era una peligrosa insensatez, ya que podías encontrarte liderando una facción que ni conocías.

A medida que la hora final se acercaba, una manada de cuervos de los medios informativos esperaba en el café frotándose las manos ante la hecatombe que se avecinaba.

En el centro neurálgico de la contienda, los militantes codiciosos de poder tenían la vejiga a punto de reventar, porque no osaban perder un segundo en el baño. Dominados por la desesperación, con los minutos contados para la clausura y sin ningún acuerdo, se decidió votar una lista con el fin de que, por lo menos, pudiera surgir una ejecutiva. La singularidad del asunto estaba en un estrambótico procedimiento bajo el cual el primero por orden alfabético sería el presidente. Es de suponer que quienes instigaron esta fórmula demencial debían tener alguna esperanza de salir elegidos.

No obstante, un extraño giro del destino hizo que fuera el nombre, en vez del apellido, lo que decidiera el orden, con lo cual el primero se llamaba Albert, de apellido Rivera; o sea, que por la lista de apellidos no habría salido elegido. En resumen, el Congreso se decidió como quien juega al tute; pero como ocurre con los juegos de azar, la convicción no está de más para el triunfo. En aquel panorama caótico fue lo mejor que podría haber sucedido

Un abogado muy joven, de cara risueña, hacía su primer y brillante discurso de presidente; en el futuro solo quedaría la imagen y poca cosa más, porque lo rutinario caería como una losa sobre los utópicos afanes; pero en aquel momento de forma tan azarosa como inusual, quedó demostrado que, al margen de las bajezas humanas, cuando algo encarna el empeño auténtico de un colectivo, los acontecimientos acaban por amoldarse a su necesidad.»


Sobre las reuniones preparatorias previas al primer manifiesto:
«... También las procedencias eran muy diversas; el grupo podía aparentar a primera vista una cierta inclinación hacia la izquierda, pero siempre desde posiciones muy críticas con ese sector. Algunos venían de antiguas escaramuzas en el terreno de la lengua; otros del apostolado laico del camarada Lenin, y algún despistado, de las insignes familias del catalanismo moderado que depositan huevos en todos los nidos.»

Sobre las elecciones al Parlamento de Cataluña:
«Contra todo pronóstico y el sonado berrinche de los medios, que creían invulnerable a nuestras embestidas la fortaleza parlamentaria, Ciutadans logró introducir tres guerrilleros en el Parlament de Catalunya. Aunque por muy poco tiempo, el sistema tenía al fin una grieta. Mi deseo de emprender la retirada del país con un torpedo en la línea de flotación del enemigo se había cumplido. Lo que no sabían entonces los tres futuros diputados era que, maniobrando con tanta avidez para ser ellos los primeros en sentarse en los escaños de la fortaleza, no estaban ejerciendo exactamente de guerrilleros, sino de kamikazes. El régimen estaba tan bien asentado que, pasado el susto inicial, se dedicaría a liquidar la acción de los tres intrusos. Lo haría no sólo desde dentro, sino por medios de agentes dedicados a desmontar el batallón Ciutadans con los dogmatismos y las estructuras del más trasnochado izquierdismo. Se trataba de los mismos comisarios especialistas en sectarismos que, trabajando teóricamente desde la oposición, habían hecho posible en la práctica la larga pervivencia e impunidad del régimen durante tantos años. Los fracasados de todos los sectores izquierdistas que se infiltraron en el invento eran expertos en la desactivación. Se trataba de escorarlo hacia la izquierda para que un partido «serio» como el PSC acabara recogiendo los escombros de Ciutadans. La nula experiencia y la falta de ingenio de los tres representantes introducidos en el búnker les hizo enzarzarse en un clima de subversión interna que empezó a minar la fuerza de la embestida inicial. Por este camino la guerra de Ciutadans estaba probablemente perdida, pero la primera batalla nadie podría negar que fue un triunfo espléndido ante un arrogante adversario.»

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