miércoles, 24 de octubre de 2007

Honrar a los criminales, deshonrar a los inocentes

Es difícil encontrar un documento más amparador de la delincuencia, más delictivo en sí mismo, que el preámbulo a la Ley de la falsedad histórica:

“Es la hora, así, de que la democracia española y las generaciones vivas que hoy disfrutan de ella honren y recuperen para siempre a todos los que directamente padecieron las injusticias y agravios producidos, por unos u otros motivos políticos o ideológicos o de creencias religiosas, en aquellos dolorosos períodos de nuestra historia. Desde luego, a quienes perdieron la vida. Con ellos, a sus familias. También a quienes perdieron su libertad, al padecer prisión, deportación, trabajos forzosos o internamientos en campos de concentración dentro o fuera de nuestras fronteras. También, en fin, a quienes perdieron la patria al ser empujados a un largo, desgarrador y, en tantos casos, irreversible exilio. Y, por último, a quienes en distintos momentos lucharon por la defensa de los valores democráticos, como los integrantes del Cuerpo de Carabineros, los brigadistas, los combatientes guerrilleros, cuya rehabilitación fue unánimemente solicitada por el Pleno del Congreso de los Diputados de 16 de mayo de 2001”.

Los “combatientes guerrilleros” o maquis, fueron un intento de reiniciar la guerra civil bajo dirección comunista, con el objetivo, mediato o inmediato, de instaurar un régimen a la medida de Stalin. Los brigadistas internacionales fueron exactamente un ejército particular de Stalin, en cuyo seno los crímenes y la represión alcanzaron niveles terribles. El Cuerpo de Carabineros, modesto e insignificante organismo armado, fue inflado desmesuradamente, y con plena ilegalidad y dinero público por el entonces ministro de Hacienda Negrín para formar, nuevamente, un ejército particular dentro del ejército mal llamado republicano. Ninguno de ellos defendió jamás los valores democráticos, sino precisa y exactamente lo contrario, al igual que el Frente Popular en su conjunto.

Entre quienes perdieron su libertad o fueron fusilados abundan los chequistas, numerosos asesinos sádicos y ladrones, y a todos ellos se pretende “honrar” incluyéndolos en el mismo lote con los inocentes que también sufrieron esa represión o ese terror, mezclando a Besteiro con García Atadell. Por lo mismo, se burla y deshonra de la peor manera posible a los inocentes.

Entre los exiliados hubo igualmente numerosos criminales, y sobre todo los jefes, que dejaron abandonados a sus sicarios pero se llevaron inmensas fortunas saqueadas al patrimonio artístico e histórico español, a particulares y a las familias humildes que depositaban sus alhajas en los Montes de piedad.

Al no distinguir entre unos y otros, entre criminales e inocentes, está claro con quiénes se identifica el Gran Hermano Monipodio. Por si hiciera falta más prueba de un gobierno compinchado con terroristas y separatistas para liquidar la Constitución. O que ahora mismo intenta intimidar a las víctimas del terrorismo y con ellas a toda la sociedad.

Está claro lo que pretenden: envenenar las conciencias, como decía Besteiro. Con su habitual descaro asegura Zapo: “No es tarea del legislador implantar una determinada memoria colectiva”. Es exactamente lo que está haciendo. Y recoge: “Nadie puede sentirse legitimado, como ocurrió en el pasado, para utilizar la violencia con la finalidad de imponer sus convicciones políticas y establecer regímenes totalitarios contrarios a la libertad y dignidad de todos los ciudadanos, lo que merece la condena y repulsa de nuestra sociedad democrática”. Parece una condena al PSOE, que en 1934 hizo exactamente eso, pero pretende ser lo contrario, su legitimación. Por parte de un gobierno que ha legitimado la violencia totalitaria de la ETA y colabora con ella contra la lay y contra las víctimas. Un gobierno que merece, indudablemente, la condena y la repulsa de nuestra sociedad democrática, en grado muy superior al que va cosechando.

Solo cabe recordar las palabras tan precisas de Gregorio Marañón, padre espiritual de la república: "¡Qué gentes! Todo es en ellos latrocinio, locura y estupidez”. "Tendremos que estar varios años maldiciendo la estupidez y la canallería de estos cretinos criminales, y aún no habremos acabado. ¿Cómo poner peros, aunque los haya, a los del otro lado?". "Sin quererlo siento que estoy lleno de resquicios por donde me entra el odio, que nunca conocí. Y aun es mayor mi dolor por haber sido amigo de tales escarabajos y por haber creído en ellos". "Esa constante mentira comunista es lo más irritante de los rojos. Por no someterme a esa servidumbre estúpida de la credulidad, es por lo que estoy contento de mi actitud".

No nos sometamos a esa servidumbre. Demostremos que seguimos estimando la verdad y defendamos la libertad para decirla y propagarla frente a sus enemigos.

-------

Cinco días, y el PP sigue sin defender la verdad que dice Alcaraz y sin denunciar en sus justos términos la querella pro terrorista del gobierno.

-------

Ibarreche, no Ibarretxe; Pachi, no Patxi.... En fin, cuando se escribe en español común debe utilizarse la ortografía española, utilizada también en el vascuence hasta que los nacionalistas la reformaron, con mejor o peor acierto.

Pío Moa en su Blog
Libertad Digital, 24-10-2007

0 comentarios: