lunes, 21 de mayo de 2007

No hay batallas oportunas, hay causas justas

A la vista del desenlace de su historia de resistencia antinacionalista, Mario Acosta conoce muy bien cuál es el precio de la derrota frente al nacionalismo. Los demás aprendimos a través de él que ciertas derrotas engrandecen al derrotado.

No he visto en mi vida a Mario Acosta. Para mi es un personaje virtual. Conozco su historia de resistencia y lucha contra el totalitarismo étnico a través de la prensa. Y mi única relación con él se ha producido por medio de la red. Cien veces nos hemos juramentado para compartir lugares sevillanos que a ambos nos son comunes y cien veces hemos tenido que posponer la cita. No le he visto nunca. El Aljarafe sigue esperando. Sin embargo le considero un amigo. Entre la media docena de cosas por las que estoy dispuesto a hacer y dar lo que haga falta, figura el respeto a las víctimas. Y Mario es una víctima del nacionalismo en su expresión catalanista, que por cierto es de las más pestilentes. Una víctima que tuvo el coraje de plantar cara y de pelear en un tiempo en que nadie osaba levantar la voz al todopoderoso régimen pujolista.

Mario actuó entonces como un héroe antiguo, como el protagonista de un cantar de gesta. ¿Se enfrentó al sistema para obtener algún beneficio personal? ¿Actuó por ingenuidad? A la vista del desenlace de su historia de resistencia antinacionalista, Mario conoce muy bien cuál es el precio de la derrota frente al nacionalismo. Los demás aprendimos a través de él que ciertas derrotas engrandecen al derrotado. Le plantó cara al totalitarismo educativo del nacionalismo catalán y venció. Otra cosa es que la Justicia en España merezca tal nombre.

El mismo impulso que llevó a Mario a enfrentarse al sistema educativo catalán en los años de mayor hegemonía pujolista, le ha llevado ahora a denunciar los usos de Ciudadanos. Como entonces, Mario ha actuado movido por el mismo amor a la verdad y el mismo respeto a la coherencia entre el discurso que se propone y la acción que lo acompaña. No hay batallas oportunas, hay causas justas.

No estoy en condiciones de opinar a fondo con respecto a la crisis de Ciudadanos. Hace mucho tiempo que me aparté de un proyecto que al principio apoyé con entusiasmo. La indefinición ideológica; el rastro de síndrome de Estocolmo que percibo en Ciudadanos en Cataluña (que no en el resto de España); su ambigüedad con respecto a las víctimas del terrorismo; el poco respeto a las agrupaciones no ubicadas en Cataluña; la permanencia de un individuo como Albert Rivera al frente de ese partido (¿qué diferencia hay entre este tipo y cualquier otro político de cualquier otro partido? Bueno, hay una: es más mediocre que la media); esos han sido algunos de los motivos por los que me he alejado de Ciudadanos. De modo que no tengo ya la información necesaria para hablar sobre la crisis que atraviesa ese proyecto.

Sé en cambio que en Ciudadanos hay muchísima gente honrada, valiosa, sincera y luchadora. Ha llegado la hora de todos ellos. Su presidente ha terminado comportándose como todos los políticos cuando les pillan in fraganti. Confío en que los militantes no terminen actuando como al parecer actúan ya los militantes del PSOE, que se han acabado convirtiendo en cómplices de las barbaridades de su jefe de filas.

Ha llegado la hora de los ciudadanos honestos que quieren plantarle cara al nacionalismo. Si es en Ciudadanos, mejor. Las estructuras organizativas son indispensables para hacer frente a maquinaria tan poderosa. Pero si ha de ser en otro sitio, tampoco pasa nada.

Un abrazo, Mario. Y gracias por no rendirte nunca.


Bye Bye Spain

0 comentarios: