miércoles, 29 de noviembre de 2006

Recordemos a Gregorio Ordóñez

ONCE AÑOS SIN GOYO

Entre las Navidades de 1994 y enero de 1995, según el escrito del fiscal, Valentín Lasarte vigiló los movimientos de Ordóñez. Dicen algunos supervivientes, y Consuelo lo refrenda, que «una intuición» advierte al amenazado de la inminencia de la bala. «Él ya sabía desde agosto que iba a ser asesinado. Empezó a ver gente extraña cuando salía de casa. Nunca lo exteriorizó, pero se le notaba preocupado».

El concejal, junto con San Gil, una amiga y el secretario del grupo municipal del PP, Enrique Villar, se sentaron el 23 de enero a la mesa en La Cepa, en la Parte Vieja donostiarra. Ese día pudieron comer en otro establecimiento, pero no había ensaladilla rusa en el menú.

Según la Fiscalía contará esta mañana, Lasarte vio a la comitiva. Avisó a Txapote y Karazatorre. Uno de los dos etarras, con la cabeza cubierta con la capucha de un chubasquero, cruzó el comedor, se situó detrás de Ordóñez y disparó. Bastó una bala de 9 milímetros para dejar una viuda, Ana Iríbar, y un niño, Javier, que a sus doce años aún pregunta dónde está su padre.

Foro de Ermua y El Diario Vasco, 29-11-2006

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