domingo, 2 de octubre de 2011

Entre el rigor y el estupor. Por Pilar Ferrer

En las antípodas. Así se ubican los dos foros de debate del PSOE y el PP este fin de semana. Unos, en el declive, resignados a lo más vetusto del partido. Otros, con ideario y propuestas concretas, aliento empresarial para la creación de empleo. Resulta sorprendente ver a Felipe González, cómodamente cambiado de casa, yate y compañera, erigirse cual James Dean, en un rebelde con causa. Ahogado por las encuestas, en su afán por alejarse del «zapaterismo», vuelve Rubalcaba a las esencias del «felipismo». Triste mirada atrás, en aras de movilizar a una izquierda no muy animada.

De Madrid a Valencia, largo trecho ideológico. La Conferencia Política socialista, cuya ponencia marco es obra de otra antigua cara, Cristina Narbona, ahonda en las consignas de siempre. El miedo a la derecha, bajo la defensa de lo social, queda mermado por el gobierno del paro. Basta repasar los discursos de los dirigentes del PP para echarlo por tierra. En el marco de un foro de empleo, Mariano Rajoy y los suyos se mueven con holgura. Ya puede arengar el PSOE con su igualdad y sus ataques a la sanidad o el estado del bienestar. Las cifras cantan. El bolsillo ciudadano ya no admite demagogia.

En este arranque de programa electoral, intentan los socialistas sacar pecho. Es lo que Pepe Bono, astuto como una ardilla, llama «inflamación» de los nuestros. Muchos, ocupados en cómo conservar un escaño, que se prevén escasos, a repartir. Hubo un tiempo de gloria, que se desvanece.

Entre Madrid y Valencia, hay algo más que dos proyectos. Hay un abismo entre el rigor y el estupor.


La Razón – Opinión

Compañero. Por Victoria Lafora

En tiempos procelosos, de incertidumbres y malos pronósticos, hay que tener coraje personal para ofrecerse, a lo que haga menester, a un candidato perdedor. Eso es lo que hizo en la Convención Política del PSOE Felipe González. No se esperaba su presencia sobre el escenario ni mucho menos su declaración de apoyo sin matices, antes y después del 20N.

Los datos de las encuestas, aún antes de comenzar la campaña electoral, son demoledores. Nada de lo que ofrece Rubalcaba tiene el beneficio de la duda. Cada vez que proclama que no hará recortes la ciudadanía le asocia a Zapatero, a los cinco millones de parados y la congelación de las pensiones. Sus mensajes no calan, no despiertan entusiasmo y el PP quiere ganar por goleada.

Por eso, destacados dirigentes socialistas, ex ministros de los sucesivos gabinetes de Zapatero, que estaban llamados a ser la renovación del partido, guardan ahora silencio, no quieren ir en las listas y buscan su futuro en las grandes multinacionales. El ejemplo más paradigmático, quizá, sea el de José Bono. Ministro de Defensa, Presidente del Congreso, que ahora da un paso atrás. La oposición es muy dura y hacer la travesía del desierto aún más.


Tampoco Miguel Sebastián, ministro de Industria, al que los españoles deben muchas de las improvisaciones económicas de Zapatero y que ha tenido en esta última y malhadada legislatura mucho más poder en la sombra que destacados vicepresidentes, quiere saber nada de apostar a perdedor.

De ahí el valor del gesto de Felipe González. Sobre todo si se tiene en cuenta que cuando la corriente encabezada por Zapatero se hizo con el control en el Partido Socialista una de sus obsesiones fue retirar de la vida pública a los mayores de cincuenta años a los que aquellos jóvenes consideraban ya amortizados. ZP y los suyos eran el relevo generacional que venían a mandar a la vieja guardia al archivo de la historia.

Mire usted por donde, jugarretas del destino, es ahora la vieja guardia quien , con su experiencia y coraje, parece capaz de ponerse en cabeza de un intento por recuperar credibilidad, aunar voluntades e intentar salvar los restos de un gran fracaso de gestión, para enfrentarse a la derecha con unas encuestas tan adversas. ¿Recordará Felipe González cuantas veces llamó a Zapatero en lo peor de la crisis y como no le hizo ni caso? Sin duda, se le debe haber olvidado.


Periodista Digital – Opinión

ETA en campaña. Por Iñaki Ezkerra

Antes fue el comando mediador del sudafricano Currin y ahora la Fundación Dialogue Advisory Group de Ámsterdam. Entre una y otra estuvo la Fundación Henry Durant de Suiza, que se hizo con algunos titulares de prensa este verano. La cosa es meter ruido con la zambomba de ETA y más según se acerca el 20-N. La cosa es meter a ETA en campaña electoral con dos objetivos indisimulados por parte del PSOE: vender el producto de una inminente autodisolución de la banda que ni ha tenido ni tendrá lugar y descolocar al PP, romper su temple y sacarle del debate económico como sea porque en él Rubalcaba naufraga irremisiblemente. Este segundo objetivo no es nada desdeñable para los socialistas y en él se emplearon a fondo durante la campaña del 22 de mayo. A la legalización de Bildu por el Constitucional le siguió la amenaza de legalizar Sortu por parte del Supremo y todas las declaraciones hirientes para las víctimas que hizo Patxi López con el fin de dividir al constitucionalismo que hoy el PP representa en soledad.

Ahora viene una repetición de la jugada pero sacando todos los ases tramposos de la manga. Entran en campaña los terroristas del colectivo de presos mientras EKIN dice que se disuelve cuando lo prometido es la autodisolución de ETA. Y Patxi López no sólo llora por las condenas de Otegi y Usabiaga, sino que promete «acercamientos». No es un error. Es una estrategia. Para crispar al PP. Para dividirlo. Para no hablar de economía. Para que olvidemos que la victoria de Rajoy es la derrota de ETA. Para soliviantar a las víctimas. Quieren obtener los votos del nacionalismo a base de su dolor. En eso está Patxi y estos días podemos esperar cualquier cosa. Si «hace falta», volverá a fotografiarse con etarras.


La Razón – Opinión

El PSOE se pone las pilas. Por José Luis Gómez

Suena la sintonía de las elecciones en el PSOE y todos los sectores del partido cierran filas para darle la vuelta a unas expectativas muy desfavorables. Mientras, el PP da por hecha su victoria, promete una deducción de 3.000 euros a los autónomos por su primer trabajador y solo duda si la diferencia que le conceden todas las encuestas se traducirá o no en mayoría absoluta. Es lo que hay, pero aun así el PSOE se pone las pilas para motivar al menos a los suyos, empezando por sus militantes, y para plantar cara al PP en lo que denominan el combate de las ideas en defensa del Estado de bienestar.

El ex presidente Felipe González es quien está llamando más a la movilización, quizá porque él, que fue un ganador nato entre 1982 y 1993, también sabe mejor que nadie que es posible perder con dignidad, como ya hizo en el 96, el año en que Aznar llegó al poder. "En 1996 estaban a 14 puntos y nos faltó un telediario", recordó Felipe para darle ánimos a Rubalcaba, ante el que se puso a su servicio de cara a una movilización inmediata. Zapatero, el casi ex presidente, intenta justificarse y viene a decir que sus decisiones impopulares serán tan importantes como las positivas que pudo adoptar en otros momentos, lo cual procede acoger con cautela, a la espera de que los historiadores dicten sentencia dentro de unos años.


Rubalcaba es presentado por sus compañeros como un gobernante y como su gran activo político, por encima incluso de la marca PSOE. Y como gobernante ha querido mostrarse, anunciando medidas como subir el precio del alcohol y el tabaco un 10% para salvar la sanidad pública y evitar el copago y la privatización del sistema. Puede estar bien la medida de Rubalcaba pero con ello no aborda el verdadero problema fiscal de España. Situémonos: solo en el impuesto de sociedades -el principal agujero- cayó la recaudación 25.000 millones entre 2006 y 2010, y el candidato socialista propone recaudar 2.000 millones más.

Habrá que aguardar, pues, a que un día nos hable de cómo recuperar sociedades o, en su defecto, del IVA y del IRPF, que es donde está la clave de los ingresos en un país que debería recaudar desde la Agencia Tributaria sobre 200.000 millones para vivir tranquilo. Patrimonio e impuestos especiales claro que aportan ingresos al Estado, pero no son los impuestos clave. No perdamos la perspectiva de las cuentas.


Periodista Digital – Opinión

La falacia de la copia privada. Por Antonio José Chinchetru

El derecho de copia privada no es algo que nos pueda otorgar o quitar el Estado. Contra lo que contempla la legislación, es tan sólo una expresión más del elemental derecho de propiedad que no debería ser restringido de forma alguna desde el poder.

La SGAE y la patronal tecnológica, Aemetic, por fin parecen ponerse de acuerdo en algo: la indisoluble vinculación entre el canon y el derecho de copia privada. Aunque ahí empiezan las diferencias. Desde la entidad de gestión la defienden para justificar la existencia del canon, mientras que los empresarios propugnan la eliminación del primero para acabar con la segunda. Esta postura parece lógica, puesto que el legítimo objetivo de ellos es terminar con el encarecimiento de sus productos para engordar las cuentas de unas organizaciones (no sólo la de Teddy Bautista, hay más) que viven del negocio de la "gestión colectiva" de los derechos de autor.

Este argumento, por tanto, resulta comprensible. Tiene, sin embargo, un problema. Cae en lo que podríamos denominar la "falacia de la copia privada". Este supuesto derecho, que es el que justifica el canon, se fundamenta en que el Estado otorga a un ciudadano la potestad de hacer una copia de una obra (musical, audiovisual o literaria) que ha comprado previamente por si se le estropea el original. Parte de una idea absurda: que con dicha copia el autor, los intérpretes y la editorial (discográfica, cinematográfica o de libros) pierden dinero debido a que tan sólo se compre un ejemplar en vez de dos. Y con este argumento se justifica que haya que compensar económicamente a todos ellos por esa supuesta pérdida.

Lo anterior se basa en una negación del legítimo derecho de propiedad, puesto que se niega a cada persona la capacidad de utilizar libremente, sin previa autorización estatal y como quieran, los bienes que ha adquirido de forma legítima. Así, en nombre de la ficción denominada "propiedad intelectual" se proscribe que un ciudadano pueda usar su ordenador u otros dispositivos para copiar sin limitación jurídica el contenido almacenado en soportes físicos (incluido el disco duro de su ordenador o un libro) de los que también es propietario.

El derecho de copia privada no es algo que nos pueda otorgar o quitar el Estado. Contra lo que contempla la legislación, es tan sólo una expresión más del elemental derecho de propiedad que no debería ser restringido de forma alguna desde el poder. Y por cuyo ejercicio nadie debería poder cobrarnos.


Libertad Digital – Opinión

Algunas noticias que quizá sean buenas... Algún día. Por Fernando Jáuregui

Estamos todos tan necesitados de buenas noticias que nos parece titular de primera página que Merkel haya convencido a cuatro de sus parlamentarios para que voten a favor del rescate a Grecia. Tan angustiados que nos agarramos como a un clavo ardiendo a unas declaraciones de Emilio Botín ante sus inversores y analistas diciendo que España puede ser la sorpresa positiva en los próximos años... aunque no antes de 2013.

Tan urgidos de esperanza que a muchos, a mí al menos, nos parece vislumbrar el fin de la pesadilla que durante tantos años nos ha supuesto ETA, a la que el lehendakari Patxi López emplazaba a dejar las armas en un plan de paz de diez puntos que, personalmente, considero un avance. Como un avance me parece que EKIN, la estructura "política" de la banda, anuncie su disolución. Claro que todos estos datos, acumulados en la semana que ahora concluye, no bastan para la euforia, pero...

Pero creo que es urgente ver la botella medio llena. Porque España necesita una buena inyección de optimismo, de orgullo de país. Escuché el viernes a Felipe González, lleno de vitalidad y de espíritu positivo a sus casi setenta años, pregonando nuevas -aunque algo viejas- eras, en la inauguración de la conferencia política del PSOE, una intervención que, por cierto, eclipsó casi por completo a la de José Luis Rodríguez Zapatero; a ver con qué nos sorprende este domingo, en la clausura, Alfredo Pérez Rubalcaba, que no puede hacer un discurso al uso en este su "pistoletazo de salida": creo que a Rubalcaba no le queda otro remedio que intentar mostrar la cara sonriente de la vida.


El candidato socialista tiene que esperanzar a los suyos y a quienes, no siéndolo, tampoco se apuntan al barco presumiblemente ganador, el de Mariano Rajoy. A quien, por supuesto, también estoy escuchando estos días mensajes de ánimo: esto tiene arreglo, repite, quizá no en tono lo suficientemente alto, el hombre que tiene más probabilidades de ocupar el sillón principal de La Moncloa. La semana próxima, en la gran convención del PP en Málaga, tendrá también la oportunidad de gritar alto y claro que, con "sus" recetas, saldremos del túnel.

Por eso, querido lector, porque me niego a ver la botella medio vacía, y menos aún rota, como la quieren algunos catastrofistas, me he permitido encabezar hoy este comentario recogiendo, algo desordenadamente, cosas que pudieran llegar a considerarse buenas noticias.

Ya sé, ya sé que también las tenemos malas: esa improvisación gubernamental a la hora de sacar a Bolsa, algo a la desesperada, las Loterías del Estado, por ejemplo. Los recortes por doquier, que ya afectan directamente a la sanidad y amenazan a la educación. La metedura de pata del "president" de la Generalitat catalana al criticar despectivamente el habla de andaluces y gallegos (cierto: pidió perdón, y eso, en el panorama escasamente autocrítico que nos anega, le honra). O el temporal económico que, glub, parece que se avecina en Europa, según nos dicen algunos expertos que parecen fiables...

Pero, en fin, levantemos los corazones. Hemos entrado en un octubre que, sin duda, va a estar plagado de turbulencias. Pero lo único que no nos podemos permitir es el desánimo, porque entonces ¿qué nos queda?


Periodista Digital – Opinión

1930. Por Alfonso Ussía

La próxima semana dará comienzo en Bruselas el juicio contra Tintin. Lo han leído bien. Contra Tintin, el héroe de los tebeos de Hergé, que no se sentará en el banquillo porque lleva muchos años enterrado. La gente es tonta. No cabe en España un tonto más, decía mi maestro Santiago Amón. Parece ser que en Bélgica, sí. Todavía queda margen. Figúrense que dentro de ochenta años, un lector atravesado, desconocedor de las circunstancias de nuestros tiempos, considere que una viñeta del gran Ibáñez resulta ofensiva y contraproducente. Y Mortadelo y Filemón, al banquillo.

El libro «Tintin en el Congo» se publicó en 1930. Previamente, Hergé se había estrenado en blanco y negro con «Tintin en Rusia». En «Tintin en el Congo» se refleja la costumbre, el momento y las ideas de aquellos tiempos. África estaba colonizada por los europeos, y unas sociedades eran más comprensibles y humanas que otras con los nativos. Los belgas no fueron excesivamente simpáticos con los congoleños. En 1930, los negros eran considerados inferiores, y no había que viajar a África para experimentar la realidad de tamaña barbaridad e injusticia.


En los Estados Unidos y en el Caribe, el desprecio racial era el mismo. Hergé hilvana una historieta nacida de su talento y de su tiempo. El Hergé de 1990 jamás habría escrito y dibujado lo que escribió y dibujó en 1930. No hay duda de que, leído y visto hoy «Tintin en el Congo», resulta chocante, desagradable y fuera de lugar. En unas viñetas Tintin dispara sobre unos negritos y los compara a los monos. No hace mucho, el príncipe zulú Mangoshotu Buthelesi, refiriéndose a los negros sudafricanos que no son zulúes, lo hizo con desprecio hacia los primates. Si sientan en el banquillo a un dibujo que representa a un joven con un flequillo rubio, tendrían que hacer lo mismo con toda la saga de los Courtney de Wilbur Smith. Tengo en mi biblioteca ediciones de principios de siglos de aventuras africanas y safaris. Se leen párrafos estremecedores de los castigos a los que eran sometidos los porteadores u ojeadores por parte de los capataces negros que contrataban los cazadores europeos. Hiere la lectura, pero la narración corresponde a aquellos tiempos inhumanos en los que un negro no valía nada en África. Tan sólo los misioneros tuvieron la valentía de tratar a los nativos como hijos de Dios, seres humanos y equiparables en derechos a los blancos. Y muchos de ellos, españoles en alto porcentaje, fueron asesinados por su consideración con la negritud. Si van a juzgar en Bélgica a un cromo ¿por qué no hacen lo mismo con todos los escritores de libros de safaris, testigos de los castigos más inhumanos y crueles? ¿Quiénes son los idiotas que van a juzgar a un personaje de tebeo ochenta años después de su congoleña aventura?

Según parece, el promotor del exótico y extravagante proceso es un abogado del Congo, Bienvenu Mbutu, que acusa a Tintin de hacer propaganda de la colonización. Habría que recordar a Mbutu que los belgas fueron duros e implacables, pero unos benditos comparados con los propios congoleños cumplida la independencia. Lumumba, Mobutu, Tshombé y compañía se dedicaron a exterminar a quienes no pertenecían a su etnia.

Juzgar al protagonista de un tebeo es más que una memez. Además, los congoleños no se sienten tan perjudicados por lo que Hergé dibujó en 1930. ¿Y ahora qué? ¿Tintin a la cárcel y hacer hogueras con sus libros? Con mi ejemplar que no cuenten.


La Razón – Opinión

Mas. Colmenero. Por Maite Nolla

Vale que lo de Mas sobre los niños andaluces fue un chiste. Un chiste como los de Colmenero, el personaje de 'Aída', con eso de que “los negros huelen fuerte, los chinos son raros y los rumanos roban”. La misma gracia, vamos.

Oyendo a Mas, supongo que ahora entienden ustedes por qué Plataforma per Catalunya tiene éxito en Cataluña y sólo en Cataluña. El partido de Anglada toma sus bases del nacionalismo catalán y por eso sus palabras resultan tan familiares y tienen tan favorable acogida. Además, obtiene sus mejores resultados en los feudos más feudales del nacionalismo, donde el PP no ha conseguido rascar un voto en treinta años de democracia. Véase Vic y otras plazas fuertes. Recuerden también que el concejal de este partido que tuvo que dimitir porque su pareja era un señor y de color, no provenía del PP o de Ciudadanos: venía de militar en las CUP, en ERC y en las juventudes de Convergencia, que eso sí es nacionalismo fetén de amplio espectro. Luego es verdad que cada uno toma distintas estrategias electorales, aunque el fondo sea el mismo. Por ejemplo, el sábado pasado a las puertas de la Monumental se repartía un mensaje un tanto disidente con la doctrina, aunque de gran calado intelectual: "Nos quitan los toros, para traer a los moros; No a la mezquita en la Monumental". Es un matiz, lo reconozco, pero entiendan ustedes que no podían dejar pasar la oportunidad de repartir propaganda entre más de veinte mil personas congregadas para el sepelio. Además, CiU no está en contra de los espectáculos taurinos; está sólo en contra de su versión española.

También es verdad que en Cataluña, menos con Ciudadanos, encontraríamos un espacio común y compartido por toda la clase política; y si no, vuelvan a Vic y comprueben que los que pretendían impedir –en contra de la Ley- que los ilegales no pudieran ser empadronados fueron los de Unió, los socialistas y los independentistas. Pero, en definitiva y como dicen ahora los horteras, la "hoja de ruta" de Plataforma per Catalunya es, sin mucho aderezo, el programa sobre inmigración de CiU. De CiU y del obispado, porque el beato Sistach bendijo el inicio de las fiestas de la Mercè con un llamamiento a defender "nuestra identidad" frente a la "abundante inmigración". Vaya, y lo dice justo ahora que los rumanos y los polacos están repoblando las iglesias catalanas que se han vaciado por culpa del nacionalismo. Aunque traigan a sus propios curas –por la cosa del idioma–, el cardenal arzobispo demuestra poca visión de negocio.

Vale que lo de Mas sobre los niños andaluces fue un chiste que merece que le recuerden que a alguno de los miembros de su gobierno –alcalde incluido– tampoco se le entiende demasiado cuando habla en catalán; pero no fue más que un chiste. Un chiste como los de Colmenero, el personaje de Aída, con eso de que "los negros huelen fuerte, los chinos son raros y los rumanos roban". La misma gracia, vamos. Tirí, tirí.


Libertad Digital – Opinión

Felipe o El retorno del Jedi. Por Magdalena del Amo

La X del GAL irrumpe en la Conferencia del Partido Socialista en ayuda de la Y del Faisán, dispuesto a darlo todo y a sudar la camiseta, no durante los noventa minutos que dura un partido de fútbol, sino a lo largo de cuarenta y tantos días de precampaña, campaña y jornada de reflexión; no sé si pillan el matiz.

Las encuestas auguran una gran debacle, peor que la de Almunia, y los de Pablo Iglesias han empezado a ponerse la venda en la herida y a buscar un lugar seguro donde pasar el invierno nuclear que les espera. Pero no hay embajadas para todos, ni puestos de relieve en la ONU como el de la ignara y antivida Bibiana Aído, encasquetada a Bachelet desde el Gobierno de España, pero como diría el catalán: pagando, eh, pagando. Nada menos que 100 millones de euros nos cuesta a los españoles el puestecito de la nena del cacique de Alcalá de los Gazules, ahijada de Chaves, ese socialista que tiene una hija y un hijo que hacen cosas raras con eso de los dineros. De Bono se rumorea que aspira a ser Defensor del Pueblo o embajador en la Santa Sede. ¡Menudo disparate! El señor socialista de los pisos y la hípica, aunque haya contado con el favor de la Fiscalía, está moralmente inhabilitado. No hace falta tomar megadosis de Gingko Biloba para recordar que el que fuera cacique de Castilla-La Mancha durante veintiún años, al año de la llegada de Zapatero a La Moncloa, fue instigador de una denuncia falsa de agresión contra dos militantes del PP, que tras una persecución inmisericorde quedaron absueltos. ¿Y con estos antecedentes quiere ser defensor del pueblo? Lo del Vaticano sí que es para llorar. ¡Relativismo moral de libro!


Pero retorna el Jedi para mover a la masa socialista desencantada y apática. Llama a la movilización. “Nada de estar a la defensiva; a la ofensiva”, dijo. Y le recordó a la militancia cómo le habían dado un vuelco a las encuestas en el 93, “y en el 96 nos faltó un telediario”. Miedo me dan la X y la Y juntas, y no porque le haga ascos a las matemáticas. Me dan miedo porque Felipe González desmanteló el sistema judicial, instauró la cultura del pelotazo, expolió a los adversarios, hizo ricos a sus amigos y dejó más de 3.500.000 parados. Durante su mandato se practicó la corrupción a gran escala (Filesa) y se utilizaron los fondos reservados para practicar el terrorismo de Estado. Como consecuencia, algún ministro acabó en la cárcel, lo mismo que el secretario de Estado y otros mandos policiales. El director general de la Guardia Civil, Luis Roldán, también acabó en prisión y aún estamos esperando que restituya lo robado.

Por si esto fuera poco, el Gobierno de Felipe-Rubalcaba, que era a la sazón, portavoz del Gobierno, vació las arcas del Estado y, cuando llegó el PP, tuvo que recurrir a un crédito para pagar las pensiones. Jaime Pita lo repitió la semana pasada en mi programa La Bitácora, y yo le propuse hacer octavillas y repartirlas en la calle para que no lo olvidemos. Sé que esto está ya archivado, pero la arenga de González nos ha hecho revolver los viejos papeles empolvados. Ahora, la historia se repite pero peor, y no es por la crisis financiera internacional aunque quieran camuflar en ella su error de gestión y haberla negado cuando ya era notorio.

No sé qué “argallarán”, como decimos en Galicia. Nada bueno. Al Partido Popular le esperan cuarenta y tantos días muy movidos y no puede permitirse ni desaciertos, ni resbalones, ni estrategias equivocadas. Tampoco una campaña guai, de buen rollito y de buenismo. Harían bien en interiorizar el lema de Felipe, que es perro viejo: “Nada de estar a la defensiva. A la ofensiva”. Hay mucho que decir, y las elecciones no están ganadas. Aún no.


Periodista Digital – Opinión

Emprendedores contra la crisis

En la legislatura que ahora acaba, 168.000 empresas se han visto obligadas a cerrar. La cifra es la consecuencia directa de la gestión socialista de la crisis y del colapso económico consiguiente. Esas decenas de miles de pequeños o medianos negocios que echaron el cierre en estos años propiciaron buena parte de esos cinco millones de personas sin trabajo que España padece en la actualidad. Para entender la trascendencia de esos emprendedores y autónomos, que mantienen el 80% del tejido empresarial, hay que partir del hecho de que crean el 90% de los puestos de trabajo. Hablamos, por tanto, de que esas pequeñas y medianas empresas constituyen en buena medida el músculo económico del Estado y de que el desmoronamiento que reflejan las estadísticas ha debilitado estructuralmente nuestra capacidad de recuperación.

Por tanto, revitalizar ese núcleo formado por pymes y autónomos será una prioridad del nuevo Gobierno. «Las razones del cambio» describen hoy en una extensa e intensa radiografía el presente y el futuro de los emprendedores y de los diferentes sectores protagonizados por este colectivo. Los análisis de los expertos consultados son concluyentes sobre las negativas consecuencias del vigente marco regulatorio, laboral, fiscal y de unas condiciones financieras que han lastrado la capacidad de estas empresas para adaptarse al brusco descenso de la actividad económica. Citar que la tasa de emprendimiento española es la más baja de Europa o que en 146 países de un total de 183 es más fácil crear una empresa que en el nuestro supone señalar carencias fundamentales que gripan un engranaje clave del motor económico.


Muchas son las intervenciones legislativas necesarias, pues la Administración socialista se ha caracterizado por la desatención hacia las empresas. Las reformas estructurales emprendidas han sido tardías e insuficientes, y sus efectos apenas se han percibido porque se renunció expresamente a actuaciones ambiciosas y consistentes. Lo urgente será, por tanto, facilitar el acceso a la financiación y a incentivos fiscales, limitar las trabas administrativas, sobre todo en la creación de empresas, flexibilizar las relaciones laborales y trabajar por garantizar la unidad de mercado.

Mariano Rajoy ha entendido con acierto que las pequeñas y medianas empresas resultarán imprescindibles para el objetivo primordial de su proyecto, la creación de empleo. Ayer en Valencia, el presidente del PP detalló un paquete de medidas para favorecer a los emprendedores y estimular la actividad. Iniciativas como una bonificación de 3.000 euros al empresario que contrate a su primer trabajador y la reducción de diez puntos en el Impuesto de Sociedades para las empresas que reinviertan sus beneficios. Rajoy comprometió también una reforma de la reforma laboral que consagre los convenios de empresa, otra de la administración, que ahorre gastos y prescinda de tanta regulación, y la culminación de la reestructuración bancaria para que fluya el crédito. España necesita un tejido empresarial importante y para ello debe apostar con decisión y recursos por los emprendedores y los autónomos. Es el camino más recto a la recuperación y los planes de Rajoy van en la dirección correcta.


La Razón – Editorial

Recortes y pacto fiscal

CiU presenta el concierto económico como única salida a su actual política de tijeretazos sociales.

El debate de política general que el pasado viernes concluyó en el Parlamento de Cataluña ha puesto de relieve la habilidad de Convergència i Unió para sustentar su mayoría relativa en muletas tan diversas e incluso incompatibles como el Partido Popular y Esquerra Republicana. En el primero se apoya para aplicar su política de austeridad presupuestaria y recortes sociales, en el segundo para presentar la panacea de estos males: un concierto económico similar al vasco o al navarro.

Mientras en la calle crecen las protestas por los recortes en sanidad, en educación, en servicios sociales, desde el Gobierno catalán no cesan de martillear con la idea de que la injusticia desaparecería con un concierto económico que equilibrara el déficit fiscal. Con gran habilidad retórica, CiU mezcla ambos argumentos, como si uno fuera la solución del otro y como si la crisis no afectara a países que son fiscalmente soberanos, como sucede a lo largo de la Unión Europea. Los nacionalistas catalanes juegan deliberadamente a la ucronía, como si esto no pudiera suceder con una mejor financiación.


CiU vuelve a desempolvar su tradicional recurso victimista como argumento que le permite declararse, a la vez, prisionera de la herencia de déficit del tripartito y del actual modelo de financiación. Poco importa que el nuevo acuerdo haya aportado en 2009 a Cataluña 2.421 millones de euros más que el anterior -pactado entre CiU y PP- y que el déficit heredado del tripartito se deba, en buena medida, a la disminución de ingresos vía impuestos: precisamente el mismo problema al que se está enfrentando el Gobierno de Artur Mas para hacer frente a los pagos de septiembre y octubre. El consejero de Economía un día afirma que la independencia de Cataluña es desde el punto de vista económico perfectamente viable, mientras la víspera solicita la emisión de hispabonos por parte de la Administración central para todas las comunidades autónomas.

CiU ha jugado desde la transición democrática a esa doble baraja, al parecer consustancial a su nacionalismo. No obstante, desde que la sentencia del Tribunal Constitucional recortó sensiblemente el Estatuto de Cataluña, el verbo soberanista de la federación nacionalista se ha radicalizado. Ahí están sus referencias a una transición catalana cuyo punto de llegada no se concreta y al ejercicio del derecho a decidir, confusas expresiones ambas sobre un futuro que conduciría a una Cataluña independiente y cebo electoral para consumo inmediato.

CiU ha encontrado un filón político, tal como indican las encuestas de su institución demoscópica: el 75% de los catalanes se declara partidario del pacto fiscal, mientras un 42% votaría por la independencia si se sometiera a consulta. El descontento es un buen caldo de cultivo para fundamentar la hegemonía de CiU, pero la responsabilidad del gobernante obliga a mantener la cohesión social y a evitar las aventuras políticas, por más rentables que parezcan.


El País – Editorial

A Mas se le entiende todo

Lo acontecido esta semana revela de nuevo la necesidad de que el gobierno central recupere las competencias cedidas a la comunidad catalana en materia de educación al objeto de preservar los derechos y libertades recogidos en la carta magna.

Las recientes declaraciones del presidente de la Generalidad pretendiendo ofender a los niños de otras regiones de España a cuenta del idioma, sólo pueden causar sorpresa a aquellos que ignoren la trayectoria eminentemente racista del nacionalismo catalán.

Artur Mas, criatura de Pujol al fin y al cabo, ha tratado de colocarse a la altura de su mentor con sus pretendidos insultos hacia los que utilizamos el idioma común en otras regiones de España. Mucho tendrá que esforzarse para llegar a las cotas de abyección xenófoba alcanzadas por el autor de "La inmigración, problema y esperanza en Cataluña", pero tras sus dicterios en el parlamento regional, es de justicia reconocer que al actual presidente de la Generalidad, voluntad no le falta.

Es improbable que Mas, como afirma, tenga dificultades para comprender a un niño andaluz hablando en español, pues con su antecesor en el cargo, personaje con graves dificultades para expresarse en cualquier lengua, mantuvo decenas de reuniones sin necesidad de recurrir a la traducción simultánea. Se trata más bien de un ejercicio de hipocresía, como acertadamente le afeó el líder de Ciudadanos, para preservar a sus hijos de la pobreza lingüística a que la Generalidad somete al resto de familias catalanas a despecho de la constitución española y las sentencias de los tribunales.

Lo acontecido esta semana revela de nuevo la necesidad de que el gobierno central recupere las competencias cedidas a la comunidad catalana en materia de educación al objeto de preservar los derechos y libertades recogidos en la carta magna, decisión constitucional debería haberse adoptado mucho tiempo atrás. Una vez garantizado el derecho de los niños catalanes castellanoparlantes a educarse en su lengua materna, no habrá problema para que Mas siga ejerciendo de bufón xenófobo por tiempo indefinido. En el parlamento de Cataluña, con las obligadas excepciones, siempre contará con un auditorio de lo más adecuado.


Libertad Digital – Editorial