jueves, 8 de septiembre de 2011

Zapatero se aleja cada vez más de la política nacional. Por Antonio Casado

La reforma constitucional que incluye el mandato del equilibrio presupuestario, consensuada por PSOE y PP, pasó ayer tarde por el Senado. Sin sorpresas en la suma de votos necesarios para sacarla adelante (233 a favor, 3 en contra). Así que los comentarios de la jugada se centraron en asuntos colaterales pero sustanciosos.

Aparte del incendiario discurso catalanista del senador Miquel Bofill (ERC), lo más reseñable fue la ausencia del presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, precisamente quien impulsó la iniciativa en nombre del saneamiento económico nacional exigido por los mercados internacionales.

No es que tuviese un papel reservado en un debate conducido por los respectivos portavoces de los grupos parlamentarios. Como en el Congreso, donde tampoco intervino pero ocupó su escaño en la cabecera del banco azul. Esta vez hubo silla vacía y comentarios para todos los gustos sobre el significado de su ausencia física del jefe del Ejecutivo en un asunto de Estado donde los haya. Nada menos que una reforma de la Constitución.

«Zapatero utilizó la excusa de que había comprometido ciertas llamadas telefónicas con algunos líderes europeos y además tocaba audiencia con el Rey. Mal traída excusa cuando siempre ha sido compatible despachar con el Rey y asistir a las sesiones parlamentarias...»
Moncloa había confirmado su presencia en el debate. Y tuvo que desmentirse a sí misma sobre la marcha. Por decisión del propio Zapatero, asimismo tomada sobre la marcha, con la excusa de que había comprometido ciertas llamadas telefónicas con algunos líderes europeos y además tocaba audiencia con el Rey en Zarzuela. Mal traída excusa cuando siempre ha sido compatible despachar con el Rey y asistir a las sesiones parlamentarias. Para eso y para lo otro están las agendas.

El episodio no tiene mayor importancia pero es algo más que un episodio porque refleja una conducta perfectamente calculada en el último tramo de su vida política. Alejamiento de la vida nacional que se inspira en la cesión de espacios al candidato Rubalcaba (“generosa y absoluta”, dicen en Moncloa) y su obsesión por la evolución de la crisis económica.

Aparte de acudir al Palacio de la Zarzuela para despachar con don Juan Carlos, Zapatero se pasó la tarde hablando con sus colegas europeos sobre el balsámico discurso de Angela Merkel en defensa del euro y de la Unión Europea, mientras el candidato Rubalcaba grababa (por la tarde) su intervención de anoche en el programa “59 segundos” de TVE y los nacionalistas catalanes se mostraban como vírgenes ofendidas en el Senado.

Zapatero ha dedicado los dos últimos días a Erdogan, a la bolsa y a la prima de riesgo. En la calle los profesores bramaban contra los recortes de Esperanza Aguirre en la enseñanza. Y la número dos de Rubalcaba, Elena Valenciano, impartía argumentario ante los coordinadores regionales, provinciales y locales de la campaña electoral. Por cierto, mencionado quince veces a Rubalcaba, una a las siglas PSOE y ninguna a Zapatero.


El Confidencial – Opinión

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