jueves, 8 de septiembre de 2011

Mujeres y gestores: así será el Gobierno de Mariano Rajoy. Por Federico Quevedo

“Va a sorprenderos a todos, mucho más de lo que imaginas”, me decía este verano alguien muy cercano al propio Mariano Rajoy sobre la configuración del que será el futuro Gobierno de España tras las elecciones generales del 20-N. “Va a ser un Ejecutivo de mucho equilibrio, muy centrado en la resolución de problemas, y en el que, al contrario de lo que ha ocurrido hasta ahora con otros gobiernos de izquierda y derecha, Rajoy no va a incluir ninguna cuota partidaria, no va a pagar facturas pasadas, presentes o futuras con nadie. Va a hacer su Gobierno, únicamente suyo, con independencia de que los nombramientos puedan gustar más o menos en su partido, y lo va a hacer así porque cree que en este momento es lo que España necesita”.

Y probablemente tenga razón, ¿en qué sentido? En el de que en una situación de crisis tan profunda como la actual, es muy importante que quien acceda al Gobierno deje a un lado los intereses de partido y se centre única y exclusivamente en el interés general y, sobre todo, intente que su Ejecutivo sea una representación real de toda la sociedad española. Eso no significa bajo ninguna circunstancia renunciar a su ideario, pero sí significa un gesto de apertura, de mano tendida a otras posiciones políticas que no son las suyas. En ese sentido, es fácil que en el futuro Gobierno de Rajoy nos encontremos, incluso, a algún destacado ex dirigente socialista ocupando un sillón ministerial, en la cartera de Cultura, por ejemplo. Y me consta que el líder popular estaría totalmente dispuesto a hacer un gesto como el que ya hizo en su momento José María Aznar con Enrique Múgica, y podría proponer al ex alcalde de A Coruña, Francisco Vázquez, para el cargo de Defensor del Pueblo.


Dicho eso, esa es la parte de apertura del que será el próximo Consejo de Ministros, pero en el resto de áreas lo que se va a producir, además de un agrupamiento de carteras para lanzar un primer mensaje de austeridad, es el nombramiento de gestores allí donde Mariano Rajoy cree que es necesario introducir criterios de profesionalidad para dar salida a la crisis económica, y de políticos de talante abierto y dialogante para afrontar las reformas que necesita este país. En ese sentido, la incorporación de mujeres de primera fila a su Gobierno va a ser notoria. Algunas son predecibles -Soraya Sáenz de Santamaría, Ana Mato, Ana Pastor…- y, sin duda, la actual portavoz parlamentaria va a ocupar una vicepresidencia destacada en el Gobierno de Rajoy, pero habrá más nombramientos femeninos en su Ejecutivo, algunos de ellos impensables hoy, pero que Rajoy ya tiene, sino decididos, sí bastante madurados en su materia gris. La cartera de Exteriores, por ejemplo, iría a parar a manos de una mujer.
«Habrá más nombramientos femeninos en su Ejecutivo, algunos de ellos impensables hoy, pero que Rajoy ya tiene, sino decididos, sí bastante madurados en su materia gris.»
También es posible que veamos alguna vuelta a la política como la de Manuel Pizarro -sobre quien disertaba ayer en su estreno en El Confidencial Pilar García de la Granja-, pero curiosamente no para ocuparse del área económica, sino de otro asunto que a Rajoy preocupa mucho y que a Pizarro le apasiona: las Administraciones Públicas. Ahí va a hacer falta mucha mano izquierda, mucho consenso para una reforma necesaria en todos los sentidos, incluida más que seguro la del Título VIII de la Constitución… Y Pizarro atesora suficiente talante y conocimiento del asunto como para llevarlo a cabo. Pero la pregunta del millón, la que se hace todo el mundo, es: ¿quién será el próximo ministro de Economía o vicepresidente de esa área?

En la quiniela hay tres nombres y cada uno de ellos cuenta con todas las garantías para ser un buen responsable de un asunto que va a seguir dando muchos quebraderos de cabeza durante los próximos años: Cristóbal Montoro, actual responsable de esa área, Luis de Guindos -que ya estuvo en el equipo de Rato y que colabora con Rajoy desde el primer día- y Fernando Becker, que fue consejero de Economía de la Junta de Castilla y León y hoy tiene un cargo directivo muy destacado en Iberdrola, y es amigo, muy amigo, de Mariano Rajoy. Cualquiera de los tres, o incluso los tres a la vez, podrían ocupar cargos muy destacados en el Gobierno del líder del PP, o también al frente del Banco de España. Con quien no va a contar, por más que muchos se empeñen en seguir poniendo su nombre encima de la mesa, es con Rodrigo Rato, entre otras cosas porque Rajoy considera que ya tiene cumplidas sus ‘deudas’ con él tras haberle apoyado para presidir Caja Madrid.

Y otra pregunta de difícil respuesta: ¿estará Gallardón? “Como te he dicho, Rajoy no va a atender a facturas, sino que va a nombrar a los que el crea que son los mejores, y si cree que Gallardón es el mejor para un cargo, lo pondrá, y si no lo cree, no lo pondrá, pero no lo va a hacer porque se lo pida el alcalde, sino porque él lo considere oportuno. Esa va a ser su máxima”. Una máxima que le llevará a no admitir ninguna presión de nadie, ni de propios ni de extraños, ni de políticos ni de medios de comunicación, para formar su Gobierno. Si algo ha caracterizado a Mariano Rajoy durante todo este tiempo ha sido su independencia, para desesperación de muchos, y tiene la intención de que siga siendo su santo y seña hasta el final.


El Confidencial – Opinión

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