jueves, 28 de julio de 2011

Están nerviosos. Por Serafín Fanjul

Un tal J.M. Izquierdo, de cuya existencia no tenía la menor noticia con anterioridad, ni para bien ni para mal, largaba un panfleto dedicado a "ultraliberales y ultracasposos", que amenazan, al parecer, la vida y hacienda de los pobres y los rojos.

No suelo leer el periódico El País, por razones fáciles de colegir . Sin embargo, cuando voy de viaje prácticamente es el único diario español que se puede encontrar en Europa, o en México, por poner un ejemplo, y aunque yo no lo compro, nunca falta una mano que cree ser amistosa y lo coloca en las mías, en aeroplanos, casas de amigos y demás. El incorregible vicio de leer cuanta letra impresa me cae cerca hace el resto. El pasado 23 de julio, retornando de Alemania, me pasaron en el avión un ejemplar en el cual destacaba un artículo de opinión a toda página.

Un tal J.M. Izquierdo, de cuya existencia no tenía la menor noticia con anterioridad, ni para bien ni para mal, largaba un panfleto dedicado a "ultraliberales y ultracasposos", que amenazan, al parecer, la vida y hacienda de los pobres y los rojos, entre los cuales establecía una sabia coincidencia implícita. Del mismo modo que ultraliberales y ultracasposos alcanzaban una conjunción planetaria –de las que gustan a la Pajín– para "escaldar" [sic, imagino que quería decir "esquilmar"] los bolsillos de los pobres mediante crisis financieras provocadas, para divertirse amolando al prójimo.


Los ultracasposos se identificaban en el símbolo irrefutable de la peineta de la Sra. Cospedal, que se puso por el Corpus último, y ya como presidenta –¡ horror¡– de la autonomía manchego-alcarreña. El problema para J. M. era la peineta, no el pufo de 1.700 millones de euros que sus compadres le han dejado a la ganadora de las elecciones; tampoco le preocupaba que la mosquita muerta, pero desvergonzada, que cobra en concepto de ministra de Economía haya declarado que la Cospedal arregle el desperfecto (se sobreentiende que con ayuda del Cielo) y no pretenda pedirle dinero a ella, que está para otras cosas. Así pues, J.M. resume el carácter "casposo" de la derecha española en la peineta, instrumento peligroso donde los haya, anticipo de la España "de charanga y pandereta" (que de manera muy original también aparecía) y traicionera señal para que los "corneteros" de la reacción se lancen en los medios de comunicación –se supone que en los poquitos que controla, más o menos, la derecha– a preparar el terreno para, a continuación, pasar a cuchillo a la virginal izquierda; recortando derechos sociales y urdiendo nuevas artimañas para empobrecer a los pobres. Al día siguiente de que entre en vigor, por obra del Gobierno socialista, el aumento del cómputo de años para el cobro de la pensión y del alargamiento de la vida laboral a los 67 años (tras haber congelado las pensiones y rebajado el sueldo a los funcionarios), a J. M. le inquietan en grado sumo los siniestros planes que ultiman en secreto ultraliberales y ultracasposos.

Pero donde la paranoia –o la cara dura– rascan los cataplines a San Pedro (por lo alto) es al final. Tras mencionar una truculenta historieta de la Guerra de la Independencia, de huesos de franceses pulverizados y arrojados a la vía pública para que los pisotee el populacho en sus andares sainetescos, o las señoronas con peineta (se infiere que arrellanadas en ricos landós). El mismo plumilla no da mucho crédito al cuento, pero sí augura –y asegura– que eso es lo que preparan los casposos para cuanto progresista topen; y para pasar por encima de tabas y menudillos laicos y progres con sus "Audis y Mercedes", como las de la peineta con el landó. Aunque la verdad, la verdad, los aficionados a los coches caros son los socialistas, sobre todo si los paga el Erario: vean los que transportaban los sublimes traseros de los alcaldes madrileños que han dejado sus ayuntamientos en bancarrota (Getafe, Parla, Alcorcón, Aranjuez), o Pérez Touriño, anterior presidente de Galicia. Y francamente: ¿ustedes se imaginan a Rajoy organizando y dirigiendo los escuadrones de la muerte? Habiendo existido el GAL, el 11-M y el Faisán, ¿a quién le cuadra mejor el papel?

Alfredo Pérez, Cebrián, Pradera y compañía, sosieguen señores, ténganse tranquilos y no hagan el ridículo pagando a tipos como el J.M. Del cual espero seguir sin saber en mucho tiempo. Y lo dicho: están nerviosos, muy nerviosos.


Libertad Digital - Opinión

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