miércoles, 15 de junio de 2011

¿Paz en la orilla del PP?. Por Federico Quevedo

Habrá elecciones en noviembre, e incluso es posible que en octubre si lo que realmente pretende Rubalcaba, y todo hace pensar que es así, es endosarle al Partido Popular la responsabilidad de tener que tomar las medidas más duras del ajuste. Rodríguez se resiste llevado por su tradicional ensimismamiento que le hace pensar más en su papel en los libros de historia que en otra cosa, y no quiere ser menos que Aznar que consiguió agotar sus dos legislaturas. Pero en el Partido Socialista ya no aguantan mas, saben que cada día que pasa la hemorragia de votos es mayor y que de aquí a marzo queda demasiado tiempo y Bruselas y los mercados nos van a poner deberes todavía más difíciles que los que nos han puesto hasta ahora. Ayer, de hecho, la prima de riesgo volvía a dispararse contagiada por el efecto griego, y la tímida reforma de la negociación colectiva no ha servido para calmar a los mercados que esperaban más audacia del Ejecutivo. Y ese es el problema: el PSOE no quiere ver como su electorado se sigue alejando del partido cada vez que el Gobierno acomete alguna de las reformas que nos exige la UE, y ya nos está exigiendo nuevos envites que el Gobierno deberá afrontar a partir de ya. Lo dicho, la estrategia pasa porque sea el PP el que afronte esa tesitura, es decir, los socialistas tiran la toalla, se sienten incapaces de seguir gobernando y solo la contumacia de Rodríguez Zapatero hace que todavía permanezcan en el poder.

Pero, ¿qué pasa en Génova 13? Porque lo cierto es que estos días se habla mucho del PSOE, con razón, pero muy poco de lo que ocurre en las filas ‘populares’. El PP, a la ‘chita callando’ prepara su asalto final a La Moncloa, a donde espera llegar instalado en una cómoda mayoría absoluta que le permita, en primer lugar, tomar las decisiones más duras que hay que tomar en los primeros meses de gobierno, que básicamente pasan por un Presupuesto de una austeridad casi espartana, y una exigencia en ese mismo sentido a las Comunidades Autónomas, medidas de choque para combatir la ‘depresión empresarial’ y que animen a la creación de empresas lo cual pasa por recuperar el crédito a PYMES y familias, es decir, por cerrar de una vez la reforma del sistema financiero cueste lo que cueste, una vuelta de tuerca a la reforma fiscal para rebajar impuestos a las empresas, otra a la reforma laboral para mejorar lo hecho por el PSOE y que no ha servido para nada… En fin, eso y mas en un primer envite que va a tener como principal protagonista al gasto, para después centrar la atención en los ingresos. Pero no es lo único. En octubre el PP va a celebrar una gran Convención Programática en la que además de economía se va a hablar, y mucho, de educación y de regeneración democrática, porque Rajoy parece haberse convencido de que mas allá de la crisis económica, el país vive una verdadera crisis que abarca casi todos los espacios de convivencia, y eso no se arregla solo con medidas de corte económico.
«El PP, a la ‘chita callando’ prepara su asalto final a La Moncloa, a donde espera llegar instalado en una cómoda mayoría absoluta que le permita, en primer lugar, tomar las decisiones más duras que hay que tomar.»
Y sabe también Rajoy que para llevar adelante ese programa reformista tiene que solucionar el que hoy es el principal problema del PP, y que el propio líder del partido asume como tal: Valencia. En la sede de los ‘populares’ nadie oculta el enorme malestar y el quebradero de cabeza que supone el hecho de que un día tras otro aparezcan noticias sobre la corrupción del PP en aquella región. Pero lo que más preocupa en Génova 13 es que si finalmente se confirma que las elecciones van a ser en noviembre, la campaña electoral coincida con la vista oral por el asunto de los trajes de Francisco Camps, con lo que eso puede tener de incordio para el PP en la que puede ser una de las campañas más decisivas de su historia. ¿Qué va a hacer Rajoy? Esa es, probablemente, la pregunta más complicada que se le puede hacer al líder del PP y a su equipo, porque realmente nadie lo sabe. Camps ha vuelto a ganar por mayoría absoluta, pero en Génova 13 hacen una lectura menos optimista del resultado en la medida en que el PP allí ha perdido respaldo popular y solo el hundimiento socialista le ha permitido salvar bastante bien los muebles, porque de lo contrario hubiera podido perder la mayoría absoluta. Es decir, incluso con todo a favor, la corrupción pasa factura, por pequeña que esta sea en apariencia, pero solo en apariencia.

Rajoy confía en no tener que tomar una decisión contundente porque antes de eso el propio Camps asuma su responsabilidad y abandone la Generalitat cuando el juez lo llame a sentarse en el banquillo, pero si eso no ocurre el líder del PP sabe que no le va a quedar más remedio que poner al valenciano entre la espada y la pared. Y es que si el PP quiere de verdad ofrecer a la ciudadanía un discurso regenerador y reformista, tiene que empezar por limpiar su propia casa. Rajoy, en privado, valora mucho lo hecho por Bauzá en Baleares como antídoto contra la desafección ciudadana hacia la política, puesta de manifiesto en el último sondeo del CIS, por más que el propio líder del PP considere excesivo ese rechazo. Pero, por fin, entre encuestas del CIS y movimientos 15M, da la impresión de que al menos un político de nuestro país empieza a preocuparse seriamente por el elevado nivel de desencanto político de los ciudadanos. No se si será suficiente, eso lo veremos este otoño cuando de verdad el PP se ponga las pilas programáticas y nos ofrezca a los ciudadanos sus recetas contra esta crisis que va mucho más allá de lo económico. Hasta entonces, supongo que tendremos un pequeño anticipo en el Debate del Estado de la Nación, ese al que Rodríguez Zapatero va a acudir ya como líder en retirada y lastre absoluto para su partido y para el país, y en el que Rajoy quiere presentarse como la alternativa de futuro frente al hombre que siempre aparece cuando se trata de enterrar a los suyos: Rubalcaba.


El Confidencial - Opinión

0 comentarios: