miércoles, 16 de marzo de 2011

Metafísico Zapatero. Por M. Martín Ferrand

El mensaje de Juan Roig es la síntesis de la realidad, aunque resulte incomprensible para un líder en las nubes.

MUY bien pudiera ser que cuando Arthur Schopenhauer definió al ser humano como «animal metafísico» estuviera intuyendo —viéndole venir— a José Luis Rodríguez Zapatero. Las relaciones que con la realidad mantiene el jefe del Gobierno de España son, cuando menos, extrañas. Se apartan de los cauces tradicionales y lo mismo puede no advertir que nos llega una crisis tan demoledora como un tsunami que dar por resueltos problemas que ni tan siquiera han sido formulados. Ahora, en vísperas de la trascendente —para nosotros, crucial— reunión del Consejo Europeo prevista para los próximos días 24 y 25, el líder socialista se muestra especialmente inquieto. De momento, ha convocado para el día siguiente a tan singular reunión de rabadanes continentales a los grandes pastores de las empresas españolas y a quienes, sin serlo, suelen asimilarse como tales.

A quien debiera ser presidente del Gobierno de todos los españoles; pero suele encastillarse en el rencoroso desprecio que siente, y no disimula, frente a la derecha, le gusta codearse con empresarios. Antes de la Navidad ya se reunió con una cuarentena de ellos y salvo que, después de veinte siglos de no observancia, el secreto haya tomado en España carta de naturaleza, aquella reunión no tuvo más finalidad que recibir la pleitesía de los emprendedores que, por cuenta ajena o propia, impulsan la economía del país y crean el empleo que destruyen otras circunstancias y poderes. Los empresarios, mejores o peores son, aunque solo fuere por deformación profesional, referentes de la realidad y, a pesar de ello, Zapatero, una abstracción, reincide en convocarles a su vera. Eso debe tener truco.

Juan Roig, patrón de Mercadona y equivalente en la distribución a lo que es en el textil Amancio Ortega, no acudió a la convocatoria monclovita de noviembre a pesar de que era uno de los invitados. De entonces aquí ha dicho que «la crisis no ha acabado, lo peor está por llegar». Ignoro si Roig, que ha vuelto a ser citado por el presidente, acudirá a la convocatoria del día 26; pero su mensaje debiera estar presente en el orden del día. Es la síntesis de la realidad, aunque resulte incomprensible para un líder en las nubes. Es más, la única razón de tan singular asamblea sería que los convocados inquieran al convocante sobre sus intenciones de futuro. Por mucho que se proclame, ese no es un asunto de la privacidad presidencial. Nos afecta a todos y no en razón de la curiosidad, sino en la de la planificación y el interés. La metafísica no es prudente, ni conveniente, cuando van para cinco millones de parados tangibles y concretos, nada nebulosos.


ABC - Opinión

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