jueves, 10 de febrero de 2011

Los nervios de Rubalcaba. Por Edurne Uriarte

ENCABEZAMIENTO

La percepción de que el Gobierno quiere dinamitar el Pacto antiterrorista se extendió ayer en el PP. Por el brutal ataque de Rubalcaba en su respuesta a Gil Lázaro, «en el fondo, no les gusta lo que está pasando, que estemos en el principio del fin de ETA». Y por la simultaneidad en el contenido del ataque de Jáuregui, también en el Congreso, y de Eguiguren, en un periódico.

La pregunta es por qué. Por qué el Gobierno querría afrontar su última etapa de lucha antiterrorista sin el PP y con los nacionalistas, como en la negociación. Pues incluso en el supuesto de que pensara en arrogarse todos los méritos de un posible final de ETA, la operación resulta de alto riesgo a nada que uno imagine la presión para la negociación de los objetivos de ETA y el sinnúmero de homenajes a su historia criminal que se dispondrán a hacer los de la nueva Batasuna en el momento en que dispongan de la legalización.


De ahí que parezca más útil la hipótesis explicativa que afecta en exclusiva al propio Rubalcaba, es decir, la del Faisán. Y es que el obstáculo más serio que se opone en estos momentos a su candidatura, más que la propia decisión de Zapatero, es la de la evolución del Faisán. Pues la renuncia de Zapatero puede estar en sus manos con una adecuada presión del partido. Pero el Faisán se ha convertido ya en una investigación fuera de su control, no sólo por la presencia de un juez decidido a investigar sino, sobre todo, por las divisiones sobre la investigación en la propia Policía manifestadas en las últimas horas.

Y si el Faisán sigue avanzando contra Rubalcaba, la única estrategia de defensa que le queda es la de su conversión en una obsesión del PP, fruto de su extremismo y de su incapacidad para aceptar el fin de ETA. Del PP, y de las «televisiones de extrema derecha», un ataque propio de un Rubalcaba nervioso más que fino estratega.


ABC - Opinión

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