sábado, 5 de febrero de 2011

La «Caja B» del Gobierno andaluz

Esta forma de gobernar es inaceptable. Sus rasgos caciquiles explican la voluntad de cambio político que expresan los andaluces en las encuestas.

Las declaraciones del ex director general de Trabajo de la Junta de Andalucía Francisco Javier Guerrero han dado un vuelco a las investigaciones judiciales sobre la trama de corrupción en Mercasevilla, al poner al descubierto un plan de financiación ilegal de empresas con dinero público. De este modo se costearon, por ejemplo, los expedientes de regulación de empleo de Mercasevilla en 2003 y 2007. La cifra de lo que el propio Guerrero calificó ante la Policía como «fondo de reptiles» puede alcanzar los 648 millones de euros. El procedimiento para obtener estos fondos consistía en transferir dinero desde la tesorería de la Junta de Andalucía al antiguo Instituto de Fomento de Andalucía y de esta a las empresas en crisis. De esta manera, las disposiciones de estos fondos escapaban al control administrativo que se habrían aplicado si las ayudas hubieran sido decididas por el gobierno autonómico. Así se lograba que los acuerdos tomados sobre estas cantidades quedaran fuera de la tramitación legalmente prevista para las subvenciones y las ayudas públicas. Los socialistas andaluces no podrán imputar esta revelación, hecha por una fuente fiable, a una conspiración del PP. Es otra grieta que se abre en el régimen de lealtades compradas y servidumbres tejido tenazmente por el Gobierno andaluz en treinta años de hegemonía indiscutida. Este entramado de financiación ilegal es el complemento perfecto de esa estructura de sociedades públicas montada por el socialismo andaluz como una auténtica administración paralela y opaca, exenta de control y utilizada como cobijo laboral de amigos y afiliados.

El conocimiento de estas malversaciones coincide cuando el paro ha alcanzado en Andalucía una tasa del 30 por ciento y esta comunidad autónoma sigue teniendo carencias estructurales de las que el PSOE debería responder, después de décadas de gobernar a sus anchas y sin reparar en gastos. Ahora que está en primera plana el debate sobre el modelo autonómico y sus excesos, es oportuno señalar abusos como el de este «fondo de reptiles» del socialismo andaluz o la duplicación de la administración a base de empresas públicas constituidas al capricho del Ejecutivo socialista. Esta forma de gobernar es inaceptable en una sociedad democrática. Sus rasgos caciquiles explican la voluntad de cambio político que expresan los andaluces en las encuestas. Cambio que puede empezar por las municipales del próximo mayo, si los electores pasan factura al PSOE por esta degradación del gobierno de lo público.


ABC - Editorial

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