viernes, 14 de enero de 2011

La emoción de la calle. Por M. Martín Ferrand

Las dos compañías energéticas que buscan los servicios de los ex presidentes del Gobiernono son libérrimas.

SEGÚN el consejo del muy atrabiliario Luis Bonafoux, las putas, los policías, los políticos y los periodistas —las cuatro grandes pes del reparto social— estamos obligados a recorrer las calles de la ciudad, con los ojos bien abiertos, para cumplir con nuestro trabajo. Lo que debe evitarse es que se crucen las intenciones con las que las unas y los otros debemos hacer esas rondas. En mi observación directa, y por encima de asuntos de mayor enjundia, resulta creciente, y hasta alarmante, la generalizada indignación de las personas ante la situación, diz que de privilegio, que en el orden salarial y de generación de derechos pasivos asiste a la clase política. Esa actitud, incluso enconada, se proyecta sin grandes diferencias contra los actores de los tres grandes poderes del Estado y se extiende a la nomenclatura de los partidos políticos.

Algo que, en primera instancia, parecía un asunto menor, la contratación de Felipe González y José María Aznar como consejeros de Gas Natural, el primero, y asesor de Endesa, el segundo, encabeza el ranking de la protesta popular. Cabría atribuírselo a la envidia, algo que nunca es sano, que define el carácter nacional y que, según Fernando Díaz Plaja, obliga al español medio a buscar y encontrar en los personajes de su máxima admiración algún factor negativo que le permita increparle en sus conversaciones diarias. «Qué bien escribe el cabrón» y lindezas por el estilo. Pero hay más, tanto en el sentimiento callejero como en la valoración política de las dos contrataciones, curiosamente simultáneas.

Aparte del agravio comparativo que, en materia de pensiones, supone el tiempo que se le exige a un trabajador común o a un diputado, hay algo, a mitad de camino entre la ética y la estética, que explica desde la razón la indignación emocional que generan González en Gas Natural y Aznar en Endesa. Si cualquiera de los dos, o ambos a la vez, hubieran sido reclamados como consejeros de Inditex o asesores de Mercadona, habría muy poco que decir. Sería una cuestión entre ellos y Amancio Ortega o Juan Roig. Pero las dos compañías energéticas que buscan los servicios de los ex presidentes del Gobierno no son libérrimas, como la gallega del textil o la valenciana de la distribución. Se integran en un sector privatizado y no liberalizado, regulado, y ahí caben el escrúpulo y la crítica. Doy por sentado que buscan la sabiduría de los ex presidentes, pero puede aceptarse la sospecha de que también se pretenda su capacidad de influencia frente a sus partidos, de los que dependen, o dependerán, sus tarifas y otras circunstancias. Es legal, pero no es bonito.


ABC - Opinión

0 comentarios: